En un barrio de mi ciudad existe un
local que solo abre un día por semana,
los jueves. El lugar es una fantasía, un metaverso, dirían algunos modernos. La entrada
está camuflada y el acceso ha de hacerse desde el interior de una escalera de vecinos. Hay un
piano y, claro, una pianista. Los sillones y los asientos de la barra del bar están
tapizados de terciopelo azul, raído y descolorido en las zonas de mayor roce. Como digo,
solo abre los jueves de ocho a doce de la noche. No
hay tele y está absolutamente prohibido encender los móviles. Si alguien,
aunque no me consta que haya pasado, contraviniera esta norma, el propietario
le echaría a la calle sin miramientos.
En realidad hablo de un club privado que apenas llega
a los veinticinco socios. El lugar es un
refugio para nostálgicos y amantes de las tertulias atemporales. Otra
prohibición es no hablar de política ni
de sucesos de actualidad, así que quienes pasamos por allí los jueves salimos
renovados, con la sensación de que el mundo real está entre la vajilla
desportillada y la pianista ciega que toca solo lo que le apetece. Otra
prohibición es solicitar melodías a la pianista; y una más es no sobrepasar dos
unidades de alcohol. Esta última no me concierne porque yo no bebo apenas
alcohol, y mucho menos fuera de las comidas.
Todos los socios nos conocemos desde hace muchos
años. El propietario sabe de nuestras preferencias y en cuanto ocupamos nuestros sillones preferidos, nos trae las bebidas
habituales acompañadas de almendra
saladas y aceitunas. Se sienta un rato con nosotros con intención de participar en la
charla, pero enseguida nos deja para ocupar su taburete detrás de la barra. Le encanta
entornar los ojos y cuando suena el piano, sigue el ritmo con la percusión de
sus dedos. La semana pasada, por ejemplo,
la conversación trató de los futuros viajes en el tiempo, unos decían que no
sería posible jamás y otros, defendíamos que quizás ya éramos viajeros sin saberlo.
La pianista se arrancó a tocar: Petite fleur. La escuchamos cantar: Cette fleur, plus jolie qu'un bouquet.Elle garde en secret, tous
mes rêves d'enfant, l'amour de mes parents…