Utriusque Cosmi II, 1617. Robert Fludd |
El archifamoso economista Paul Krugman, afirma que la fuente de inspiración de su Economía internacional, fue la lectura de Las Fundaciones, saga galáctica escrita por Isaac Asimov. Tiene su gracia que, tan venerable obra de ciencia ficción, se halle en el origen de una de las voces que más influyen en quienes dirigen la política económica.
Conque esas tenemos, me dije, ya no sabe Krugman cómo llamar la atención. Tecleas su nombre en Google y aparecen 31.000.000 de enlaces que lo señalan y diseccionan su vida y obra. ¿Una personalidad enfermiza e insaciable que pide más y más fama? ¿Una boutade para reírse de los mercados? Creo que no, intuyo que dice la verdad.
Disfruté de Las Fundaciones y de otros libros de Asimov en mi adolescencia, sobre todo en los viajes de metro y autobús cuando era estudiante. En los manoseados volúmenes, que siguen vivos en la estantería, está escrita la historia de la humanidad futura y pasada.
La trilogía de Las Fundaciones, en realidad son siete libros que empezaron a publicarse en 1942 y finalizaron en 1992, Asimov cuenta el devenir de una civilización cuyo centro está situado en Trantor, capital del primer Imperio Galáctico.
La trama es la siguiente: la humanidad hace tiempo que ha abandonado el sistema solar para colonizar veinticinco millones de lejanos planetas. Trantor es la capital de este colosal imperio, que está a punto de derrumbarse. La Fundación -un ente de sabios, para entendernos- conoce el futuro gracias a la psicohistoria, una disciplina con capacidad predictiva sin errores. La humanidad se verá sometida tras la caída del Imperio, a una época oscura de grandes sufrimientos que durará treinta mil años de horror y barbarie. La Fundación decide que hay que acortar ese atroz futuro, reducirlo a mil años.
Seldon es el matemático que ha creado la psicohistoria. Los enciclopedista se han refugiado en Términus, un planeta muy alejado de Trantor, el objetivo es que dure poco el cataclismo y evitar de paso, revueltas muy peligrosas para la supervivencia del sistema. En la primera -y pronosticada-crisis Seldon, desaparece parte del bienestar y de los recursos energéticos para trillones de humanos. Los supervivientes, treinta años más tarde han sacralizado la tecnología, los científicos son los sacerdotes de la nueva religión y su función principal es mantener, con sus dogmas, el orden galáctico.
Terminus, detenta en esta fase la hegemonía mediante la economía y la ciencia, después de varias crisis Seldon a lo grande, el control pasa a ser de los comerciantes. En la última parte del ciclo, el Imperio se ha convertido en una dictadura, surgen resistentes contra el poder que están dotados con poderes psíquicos, y que la psicohistoria no ha podido predecir porque esa variable no existía antes.
Asimov estaba dotado de una energía intelectual y física prodigiosa. Escribió ciencia, historia, y todo lo que cupiera en su curiosa mente, amén de novelas de ciencia ficción que se han convertido en míticas; era inabarcable su saber y su ironía, a veces inocentona, siempre me gusta. Para muchos, entre quienes me cuento, es un escritor asombroso, no tanto por su técnica literaria, sino por su capacidad y habilidad divulgativa; y también por su visión, tan acertada, sobre el futuro de la técnica y de la sociedad humana. Cuando releo algunos de sus libros, sigo pasándolo bien, un piropo muy sentido que está destinado solo a un restringido club de autores.
En Las Fundaciones, Asimov desarrolla un futuro muy plausible que mira con atención la historia, sin duda, su vastísima erudición le permitía recrear la visión de una sociedad fuera del sistema solar, pero reconocible y siempre actual porque los conflictos morales son intemporales y los imperios se parecen unos a otros como dos gotas de agua.
Claro que Paul Krugman bebió de Las Fundaciones, hay en el ciclo de novelas una permanente tensión entre la cooperación y el egoísmo; la lucha por el dominio y el control de los recursos; el poder y la libertad personal en épocas de escasez; el amor, el perdón, los sueños y un deseo universal de alcanzar mejor vida. Enfrenta religión y ciencia, y defiende la condición trascendental que impulsa el espíritu de la humanidad hacia confines desconocidos. Un chollo de inspiración para los que se dedican a las ciencias sociales.
¿Qué como acaba la historia del Imperio Galáctico? La pista son las leyes de la robótica, creadas también por Asimov y tenidas hoy muy en cuenta en el desarrollo de los programas de inteligencia artificial.
La psicohistoria, examinaba las variables sociales económicas e históricas para diagnosticar el futuro, exactamente la idéntica pretensión de los economistas, esos gurús científicos que, como bien dijo otro del gremio y también premio Nobel: la economía es un ciencia casi tan rigurosa como la astrología.
¡Ah, me olvidaba! para que la psicohistoria se cumpla es imprescindible que la humanidad ignore el resultado del análisis, porque, en caso contrario, se fastidiaría la predicción.