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domingo, 21 de febrero de 2010

Los labios de la sabiduría permanecen cerrados, excepto para los oídos que pueden entender, la frase  pertenece al libro El Kibalión, un librito, manual  teosófico o catálogo de principios esotéricos, que fue publicado  a finales del diecinueve por autor anónimo. El caso es que, según dicho texto, la doctrina que contiene será entendida y sus conocimientos darán fruto a quienes estén en condiciones de recibir sus enseñanzas y, por lo tanto, sólo los que  posean ciertas condiciones mentales se verán atraídos  por su lectura.  Hasta hace pocos días no sabía de su existencia, fue la anécdota que explicaba un lector, Manu, a propósito de mi último post, quien me llevó a la búsqueda de la cita sobre la sabiduría dirigida a un restringido grupo de personas. Encontré varias versiones de El kibalión,  he leído algunas de sus páginas en las que figuran  axiomas Herméticos que conducirán al adepto al  dominio de las leyes físicas.
Es asombroso comprobar cómo en estos últimos años,  han convertido en bestsellers libros que han copiado  con exactitud, no sólo el espíritu, sino también la letra  de El Kibalión: sietes principios que son el secreto para conseguir cualquier deseo por más estrambótico e inverosímil  que sea.
Tras toda esa infame  producción libresca actual, milagrera y de crecepelo, permanecen ocultos tratados y manuales, en general  nacidos durante la Edad Media y el Renacimiento que intentan conciliar la filosófia, las ciencias naturales, la religión y ritos paganos en  un intento de comprender e interpretar las leyes de la naturaleza, en general  con la pretensión de gobernarla y de obtener beneficios personales. Me parece muy sensata la recomendación de  Limojon de Saint Didier en su libro "Le Triumph Hermetique" publicado en 1699, que aconseja:  estamos ya sobradamente convencidos de que existe  ya una demasía de libros que tratan sobre la filosofia hermética, y de que al menos que se quiera hablar de esta ciencia claramente, sin equívocos ni alegorías, cosa que ningún sabio hará jamás,  valdria mucho más guardar silencio que llenar el mundo de nuevas obras  más propicias a turbar el espíritu...
       
                      
Fragmentos de manuscrito de Ramón Llull. Arxiu Corona D´ Aragó y  Universitat de Barcelona.
Fausto o El alquimista. 1652,  Rembrandt.