En 1891 se inició la construcción del ferrocarril ruso desde Ekaterimburg, en los Urales hasta Vladivostock en el pacífico, 8.000 kilómetros de vías, que recorren zonas en las que, en aquella época, no se aventuraban otras seres vivos que no fueran los hambrientos lobos. El ferrocarril se acabó de construir en el año 1916. Boris Pasternak en su novela el doctor Zhivago, nos cuenta las otras utilidades que se dieron a las vías férreas y al ferrocarril ruso durante la guerra civil: mucho tiempo durante una buena mitad del camino, siguió la línea del ferrocarril, ya en estado de abandono y fuera de uso, sepultada toda por la nieve. Aquellos trenes bloqueados en la vía férrea, inmovilizados para siempre y sepultados bajo la nieve, extendíanse como una cinta, casi ininterrumpidamente, durante muchas verstas. Servían de fortines a bandas armadas que asaltaban las carreteras, eran refugios de criminales y fugitivos políticos, los involuntarios vagabundos de aquellos tiempos, pero sobre todo de tumbas comunes para quienes morían de frío o de tifus, enfermedades que hacían estragos a lo largo de la línea y habían devastado pueblos enteros.
Fotos: Guia sobre el gran ferrocarril de Siberia.Diminitriev Mamonov y Anton Feliksovich. Asociación de Prensa artística de San Petesburgo, 1900. WDL.
Foto de Boris Paternak
Fotos: Guia sobre el gran ferrocarril de Siberia.Diminitriev Mamonov y Anton Feliksovich. Asociación de Prensa artística de San Petesburgo, 1900. WDL.
Foto de Boris Paternak