Las obras literarias inconclusas -de autores famosos-generan un caudal inmenso de papel, que se reparte de manera bastante igualitaria entre reportajes periodísticos, tesis académicas y especulaciones mediáticas de pelambre variada. Es el caso de Millenium, al parecer, su autor, Stieg Larsson, dejó escritos novelones postreros que serán publicados hasta el día del juicio. Una de las novelas inconclusas más famosas es El misterio de Edwin Drood de Charles Dickens. Empezó a publicar en 1870 su primera novela policíaca por entregas, veintidós capítulos hasta unos días antes de su muerte, en julio de ese mismo año. Se dice que quería emular la Piedra Lunar de su amigo el escritor Wilkie Collins, pero esa intención sea cierta o no, interesa poco por no decir nada. En 1870, Charles Dickens era un escritor reconocido que quiso divertirse con una novela de género detectivesco, le faltaba casi la mitad de las entregas contratadas; ni trama ni esquemas de la continuación se encontraron entre sus papeles, de modo que el final de la historia del presunto asesinato de Edwin se lo llevó Dickens a la tumba. Tras su muerte hubo varios escritores y hasta una médium que escribieron la continuación de la novela, sin que él público reconociera en los distintos finales, algunos hilarantes y rocambolescos, el estilo del escritor británico.
De Charles Dickens y su instrumento de precisión llamado novela, me interesa su gran aportación a los cambios sociales: contribución decisiva dirigida a humanizar las condiciones penosas de las sociedades occidentales del siglo diecinueve. Con la descripción de la pobreza y la miserabilidad urbana en Tiempos difíciles y Oliver Twist, pasó por delante de las leyes de reforma promulgadas en Inglaterra en 1832, y lo hizo mediante el relato minucioso y sentimental de la explotacion infantil en las fábricas londinenses. De pronto, la abstracción de la intolerable vida de las masas obreras se concretó en personajes que tenían vida y la explicaban a sus lectores, en su mayoría personas de la élite industrial y burguesa, la misma que imponía las abominables condiciones a mujeres, niños y hombres, explotación descrita en un lenguaje sencillo que servía para mostrar un universo muy complejo de relaciones humanas y económicas.
Imágenes obtenidas en webs de contenido público. Ilustración de un episodio de El misterio de Edwin Drood y retrato de Charles Dickens, en torno a la edad de 58 años, año de su muerte.