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Peter Gric, ciudad apocalíptica |
Ayer, día 37 de confinamiento, volvió a casa Maripuri. Tenía un aspecto excelente, le
lucía el pelo como nunca, pero ya no ladraba con la misma alegría de antes.
Después de una inspección detenida, mi vecina aceptó que, dónde fuera que hubiera
estado las últimas semanas, lo habían tratado muy bien. Sin embargo, algo se
había roto entre ellos. Los celos entraron en juego, mi vecina se sentía
despechada, recelaba de las caricias de Maripuri
y ya no lo quería en casa.
Ya no lo quiero,
seguro que estará mejor contigo, total, mira qué poco ha sufrido, si no parece
el mismo. Lo es, fíjate en la oreja, no creo que existan dos perros con una
oreja cortada al bies con esa misma inclinación. No me importa, he descubierto
que vivir sola es mejor que vivir con perro. No echo en falta salir a la calle,
además, con estas pintas, ni me atrevo a poner los pies fuera del felpudo de la
entrada. ¡Anda, quédate al perro!
Con ese sentido tan desarrollado para detectar emociones,
Maripuri se acercó a mis pies y se
sentó sobre ellos.
De
acuerdo, me lo quedo, pero solo hasta que se levante el estado de alerta y
podamos volver a salir. No pienso salir nunca más de casa. ¡Qué dices, no me lo creo! ¿Es por el disgusto?
A ti lo que te ha fastidiado es que Maripuri no haya vuelto despeluchado y
enflaquecido, con las patitas sangrantes después de una larga travesía de
vuelta a casa, o sea, una tragedia perruna. Acepta que lo más probable es que alguien
lo recogió, lo tuvo a su lado y lo ha dejado en tu puerta cuando ya se ha
cansado o no ha podido cuidarlo. A lo mejor era un enfermo de covid-19 ¿Qué crees que me chupo el dedo? Seguro
que estaba en la casa de un vírico. Y yo no quiero contagiarme, soy todavía muy
joven y he descubierto grandes verdades en este encierro. ¡Por favor! No eres
tan joven, rozas los cincuenta y esa poca compasión por el animalito dice mal
de ti. Se nota que te has vuelto muy egoísta, últimamente no te veo salir a la
ventana a aplaudir. Ni me verás, ya
no creo en los aplausos, ya no creo en casi nada, y nunca más pondré los pies
en la calle. ¿Y se puede saber en qué crees ahora? En la insurgencia, en la
resistencia, el covid es el pretexto, pero en el fondo lo que se oculta es un
objetivo maléfico de magnitud planetaria.
Esta conversación
tenía lugar en el rellano de la escalera, como es natural, los vecinos de los
otros dos pisos, escuchaban nuestra conversación detrás de la puerta. De vez en
cuando, Maripuri levantaba su cabeza
para mirarme y yo le decía: guapo perrito.
No fuera que pensara que tenía intención de desentenderme de él, como su ama.
Insurgencia,
resistencia, palabras que en boca de mi vecina
sonaban a invocación diabólica.Una notaria tan formal, tan conformista, de pronto,
bueno, de pronto, no, en 37 días se había convertido en una rebelde contra el
Estado, contra todo.
Poca
insurgencia vas a practicar si no sales de casa, además ya me explicarás de que
vas a vivir. Tú también eres una
borrega, así que no merece la pena que te explique nada. Seguid creyendo en la
versión oficial ¡tontos útiles!
Las dos últimas palabras las dijo a gritos, para que
la oyera media escalera de vecinos. A continuación cerró la puerta. Y aquí
estoy, con Maripuri en mi regazo,
sentada en el sofá y sin ganas de aplaudir. ¿Será que me ha contagiado la insurgencia? ¿Tendrá razón mi vecina y estamos viviendo una conspiración
planetaria con una finalidad perversa? Maripuri, como si siguiera el hilo de
mis dudas y quisiera decirme algo, bostezó. Juraría que su oreja cortada emitió un bip
bip, parecido al aviso de llegada de mensaje en el móvil.
Resistencia e Insurgencia pueden ir de la mano. O ser opuestos. Ghandi, ¿era resistente o insurgente?
ResponderEliminarLa resistencia es una forma de insurgencia, me parece, cualquier acción, activa o pasiva, que vulnere normas políticas pone al poder ante la opción de eliminarla o consentirla.
ResponderEliminarMarga, me interesaría ponerme en contacto contigo por un asunto relacionado con La Charca, y no encuentro el modo. Me puedes facilitar tu Mail? Gracias.
ResponderEliminarClaro, es el mismo que aparece en este blog
Eliminarmargot56@gmail.com
Ayer, hablado con una amiga, monja franciscana, también me comentó lo de la "conspiración planetaria con una finalidad perversa"
ResponderEliminarAbrazos
Francesc Cornadó
Pues serán amigas, la notaria y la franciscanas comparte la misma sospecha.Es todo tan raro o estamos tan poco informados (o demasiado desinformados)que es pasto abonado para entretenerse con todo tipo de teorías.
ResponderEliminarAbrazos
Me alegra que Maripuri luzca bien. Sabe lo que hace.
ResponderEliminarSí, vuelve con mucha dignidad y como si aquí no hubiera pasado nada.
EliminarPues parece que va a acabar encariñándose con Maripuri, pues el parece que el estado de alarma se va a prolongar aún un tiempo, con permiso de las minorias, y fíjese en que fechas estamos ya.
ResponderEliminarSaludos.
No se ve el final, confío en que en pocos días podamos circular sin miedo al contagio, a las multas y a lo que se viene encima, aunque esto último lo veo bastante difícil.
EliminarSaludos
Objetivo maléfico de magnitud planetaria. Jaja. Me encantó.
ResponderEliminarPues mira, esto parece algo que seguirá más tiempo. Ni se alcanza a ver la luz al final del túnel, por así decirlo. Pero en algún momento llegará. Lo que pone algo nervioso o pesimista son las otras crisis y emergencias que vendrán en años futuros, no solo relativas a salud. Quién sabe si podrá el mundo afrontarlo como se debe.
Lo afrontaremos, otra cosa es cómo saldremos y cuál será el paisaje después de la batalla.Por ahora, tengo la sensación de que nos queda mucho camino por delante y que quizás estemos ante un cambio de modelo de civilización.
ResponderEliminarGracias por pasarte por aquí.
Ser feliz en estos instantes es casi escandaloso. Viva la insurgencia del cuerpo y su soporte, el alma
ResponderEliminarPues que viva, no nos queda otra que alimentar así el alma.
ResponderEliminarSaludos