En el relato de Balzac, Gabinete de antigüedades, un viejo marqués: De Esgrignon, acompañado de su joven hermana y el hermoso hijo y único heredero, convoca todas las tardes a los realistas de la población (Alençon). En el salón principal del marqués, se escenifican desahogos y lamentos por la supremacía perdida y la ruina económica y social. Ya no volverán los tiempos de esplendor, aunque ellos aún no lo sepan, o no quieran saber.
Como es natural,en las reuniones conspiran sin ningún resultado, contra los constitucionalistas, mientras suspiran para que el régimen de la Restauración les devuelva legitimidad aristocrática, bienes y prebendas, así como otros privilegios que barrió la Revolución y el Código Napoleónico.
Balzac, tan agudo, perspicaz y verborreico, escribe con sorna pero también con cierta compasión por una clase social ignorante, en vías de extinción, que no se ha percatado de que el mundo ya no será un paisaje de pelucas empolvadas, dónde una bella reclamará pasteles para la chusma vociferante y hambrienta.
Cuando tengo la gripe leo a Balzac. Reservo para la enfermedad este poderoso analgésico y jamás me ha fallado. No hay nada más placentero y provechoso que leer, envuelta en las brumas de la fiebre, la descripción de engaños, aspiraciones truncadas, encumbramientos y caídas -sí, y también de reflexiones morales y sociales-. Me sana la lectura de quién escribió con tanta pasión y verdad en la ficción, tanta que desearía estar dentro del relato para alertar de que se cuece tal traición o advertir a quien se precipita al abismo dirigido por su vanidad y soberbia.
Y si hubiera que encontrar similitudes con nuestra época, me refiero al Gabinete de antigüedades, diría que, si se observa con atención, aparecen enseguida. Hoy, en occidente, no se estilan la guillotina ni la codificación napoleónica, pero sí tenemos una tecnología en continuo cambio que impone otra manera de relacionarse que dibuja un futuro imprevisible.
La conexión digital permanente, el sometimiento a la avalancha de datos y la fácil manipulación mediática exige de nosotros un esfuerzo titánico para reconocer la poca verdad que puede haber en la información. Del abandono de nuestra privacidad -es la guillotina que decapita al viejo régimen-en beneficio de corporaciones que cosechan nuestros datos, al control de nuestros actos no media más que un frágil línea. ¿Quiénes gobernarán el mundo?
No serán los partidos que conocemos, ese grupo de viejas glorias ajadas que ser reúnen en su Gabinete de antigüedades para llorar y patalear, mientras confían en la llegada de tiempos mejores. Como los realistas, conspiran, sin éxito, y añoran una época que se ha esfumado para siempre.
Posiblemente hay paralelismos entre la situación que recrea Balzac y nuestros tiempos.
ResponderEliminarToda época de cambios inspira miedo e inquietud, aunque ahora los cambios son continuos y muy, muy rápidos.
Si tuviese que buscar un nombre a nuestra época, la llamaría "Esperando a los bárbaros". Aunque esta vez no serán como Alarico y sus tropas, saqueando Roma para vengar una traición, una promesa rota.
Nuestros bárbaros no vendrán de extramuros, surgirán entre nosotros, y no empuñarán espadas, tañeran una música simplona con sus flautas. Y harán desfilar tras ellos a las multitudes desengañadas y ofendidas, que perseguirán las falsas promesas de soluciones fáciles a su infelicidad.
Buena receta para la gripe. La mia es dormitar en el sofá, arropado con una manta acompañado por los perros, mientras escucho la radio a bajo volumen, vomitando noticias amargas.
Un abrazo.
Tampoco es mala tu terapia: perros, sofá y radio. La cuestión es que pase rápido el virus y nos recuperemos aún más rápido.
EliminarSí, creo que están en lo cierto, tenemos a los bárbaros con nosotros y es seguro que -o casi- que vienen tiempos revueltos y cambios que hoy nos cuesta imaginar, y no será para hacernos más libres ni más tolerantes, más bien al contrario.
Otro abrazo
Me encAnta la idea y me la spunto habids cuenta que ultimamente ando desengachadisimsa de las redes, tan solo asequibles a traves de bibliotrca publica. De este modo pretendo estructurar nuevas rutinas en mi peculiar, solitario y silencioso modo de vida. Siempre huyendo de rutinas y ahora resulta que las necesito a modo de cayado para seguir viviendo. Que el placer de la lectura te siga acompanando.
ResponderEliminarPerdona los errores pero desde mi viejo telf. apenas si puedo pulsar correctamente. Ahora ya, desde la biblioteca compruebo el batiburrillo de comentario, espero que la intención perdure.
EliminarPor cierto me has recordado a mis esperadas y deseadas gripes infantiles, toda una excusa para permanecer en el cálido remanso de paz diurna leyendo en el lecho.
A mejorarse.
Pues creo que tienes suerte de no estar conectada todo el día. Una rutina que ordene el día con esto y lo de más allá; un tiempo para leer, escuchar música, no hacer nada, cocinar o lo que sea que nos ayude a situarnos en dónde queremos estar.
EliminarYo también deseaba estar enferma para leer y ensoñarme sin que me regañaran por mi vagancia.
Gracias y un abrazo
Completamente de acuerdo en lo de "La conexión digital permanente, el sometimiento a la avalancha de datos y la fácil manipulación mediática exige de nosotros un esfuerzo titánico para reconocer la poca verdad que puede haber en la información"
ResponderEliminarTambién yo ando algo desconectado y sólo utilizo este aparato para la Universidad y el correo.
Sobre la lectura te diré que el Sr Honorato no es mi preferido, pero que siempre recurro a Bolaño y me pongo a investigar por el Maps las calles que van remarcando su 2666, . Lo encuentro un trabajo de investigación de una novela que no puedo sacarme desde hace 12 años, de la cabeza.
Un abrazo y a mejorarse.
Ya ves, todos tenemos nuestros remedios particulares. Y el tuyo responde muy bien a tus aficiones y desvelos.
EliminarYa nos contarás qué descubrimientos has hecho con 2666 y la ciudad.
Cada vez conozco más gente que limita las horas de conexión, yo misma sin ir más lejos. Creo que es una buena decisión, ayuda a focalizar mejor nuestros intereses y a desarrollar actividades más provechosas que navegar entre noticias que dejan de ser actuales en dos días.
Gracias y otro abrazo para ti
Estos días de frío invitan a leer novela francesa, seguramente no debe ser por las bajas temperaturas sino por la gripe y los constipados, que nos obligan a quedarnos en casa. Estos días de andancio todos hemos leídos mucho. Espero y deseo que ya te haya pasado la maldita gripe.
ResponderEliminarComparto contigo la lectura como potente analgésico. Unas reflexiones morales y sociales arropado con mantas tienen su efecto. Hoy, las emociones que describe Balzac se repiten, son las mismas, también el afán de éxito y la fama y, aunque no se estilen los medios mecánicos de aniquilación, nos encontramos formas más sutiles de aniquilación. La exclusión, la indigencia programada, la manipulación de la información, el ataque sistemático a la privacidad, la utilización de nuestros datos en beneficio de los más poderosos, etc., todo esto pasa a componer un nuevo “Gabinete de Modernidades”.
Abrazos
Francesc Cornadó
Francesc, creo que no somos pocos los adictos a la lectura para matar virus y las penas.Y, sobre todo , para disfrutar, que no todo ha de ser sufrir.
ResponderEliminarQuizás la humanidad de hoy, en nada distinguible de la etrusca, o la francesa del XIX, salvo por usos y tecnología, no está capacitada para absorber los cambios frenéticos que estamos viviendo.
Como siempre hay quien ve muy lejos y anticipa la próxima locura -o se lucra con ella-; otros, la reciben con pasividad y como si fuera un hito de la modernidad, y ya sabemos que cualquier tecnología de la información, ejercida sin criterio ni capacidad crítica, ata más que libera.
Otro gran abrazo
Suponiendo que hoy todavía alguien lea a Balzac, en Francia o aquí, creo que con nuestra generación se acabará el capítulo más o menos masivo de lectores para pasar a ser algo reducido. Hoy las tecnología no es que cambien el ritmo o interés por la lectura, es que lo abolen. diseñan líneas de interés o de inercia tan nuevas que no puedo captar. No me siento capacitado ni para perorar ni imaginar siquiera. Un mundo se acaba e ignoro cómo será el próximo para aquellos que de verdad deberían estar interesados, los humanos. Por cierto, también en un proceso catarral que me hizo coger la baja leí hace muchos años "La mujer de treinta años", de Balzac, me dejó buen recuerdo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Parece según dicen por ahí que se lee poco, aunque creo que hace cuarenta años aún se leía menos. Balzac tien muchos seguidores, conozco una asociación que no solo leen al autor, sino que se reúnen una vez al año en París para poner en común pequeños descubrimientos hallados en sus novelas.
EliminarLa cosa es que ya sean clásicos o ultramodernos(fuera de las listas de los más leídos)la lectura que exige tiempo es una actividad residual. No me rasgo las vestiduras, parece que es un hecho que el cerebro humano está cambiando y eso conlleva otras maneras de diversión, aprendizaje y relaciones.
El placer de una lectura sosegada que remite a otro tiempo es, en mi caso y en tantos otros educados en lo analógico, una maravillosa manera de vivir la enfermedad.
Otro abrazo
Pues me pone usted en un aprieto, pues iba a desearle que nunca más pudiera leer a Balzac, pero me parece tan cruel deseo como lo contrario. En fín, que ya no sé, que le deseo lo mejor.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias, una gripe por lustro no hace daño y se lee con fiebre y tan ricamente, que se olvida una del tiempo presente, acurrucada con la manta en el sofá.
EliminarAbrazo
Habrá que leer a Balzac, con o sin gripe. Es una de mis asignaturas pendientes.
ResponderEliminarPues necesitarás tiempo y silencio y un poco de aburrimiento, como canta Évora.
EliminarUn abrazo