Hay vidas humanas que, cuando llegan a nosotros, ponen en evidencia la escuchimizada rendija por la que la gente corriente observamos el mundo. Esas extraordinarias vidas sirven de hermosos ventanales, abiertos a la luz y a los muchos posibles caminos que se abren en el paisaje.
Sí, ventana, camino, son metáforas manidas, pero no por eso pierden eficacia para señalar que de la estrechez de nuestro juicio se deriva una manera de estar y de ser en la vida.
Fue campeón mundial de ajedrez durante veintisiete años, de 1894 a 1921. Emanuel Lasker, también un matemático muy notable: su Teorema Lasker-Noether es por lo visto fundamental en el campo del álgebra abstracta. Doctor en filosofía, escribió sobre Kant, las reglas e imperativos morales vinculadas a la correcta apreciación de cuándo y cómo han de aplicarse las normas con el auxilio de la facultad crítica. Es un planteamiento filosófico que sirve tanto para jugar al ajedrez como para convivir en paz con el vecindario. Tuvo tiempo para escribir teatro y varios manuales ajedrecísticos.
La biografía de Emanuel Lasker y el análisis y descripción de sus partidas de ajedrez en los torneos más importantes, ha sido una lectura provechosa, sobre todo en lo que respecta a su peripecia vital, escrita con pasión y conocimiento por Miguel Ángel Nepomuceno, el autor de Lasker: el difícil camino hacia la gloria. Publicado por ediciones Eseuve en 1991, y con abundantes errores tipográficos, que me distraían al principio, pero el ojo no condiciona la lectura en el cerebro. Lo he comprobado con este libro que he leído, incluso disfrutado de las hilarantes combinaciones de letras en algunas frases, por ejemplo con apuestas y jugadas. Échenle imaginación.
Emanuel Lasker, hijo de judíos, empezó a jugar al ajedrez y al bridge por dinero, para poder estudiar y comer. Ajedrecista, filósofo y matemático, fundador de varias revistas de ajedrez que no tuvieron éxito y en las que invirtió patrimonio y esfuerzo, sempiterno entusiasta cuya vida fue un vaivén de viajes, éxitos y penurias económicas. Con su esposa Marta huyó de Alemania, un país enloquecido, en el que la fama y valía profesional valían menos que el botón de una camisa.
El matrimonio Lasker vivió un año en Moscú, pero las purgas estalinistas y el miedo a ser víctimas de esa otra locura, les obligó a buscar un nuevo destino. En 1936 viajaron a Nueva York, donde Lasker moriría en 1941, a los 71 años, en un servicio hospitalario destinado a enfermos indigentes.
Ni su gloria ajedrecística ni toda la valiosa contribución intelectual a las ciencias y la filosofía le liberaron de un final penoso, aunque no vacío de amistades. Sus últimos años fueron muy activos, a pesar de ser ya un hombre anciano y enfermo. Escribió y continuó con sus clases y partidas de ajedrez por placer, pero también para ganar el sustento diario.
Tres meses antes de morir escribió un libro de sociología, quizás filosofía política: La comunidad del futuro publicada en 1940. Defendía en él una sociedad basada en la colaboración antes que en la competencia. Una humanidad armoniosa en la que todos los individuos serían responsables de sus actos y respetuosos con la vida ajena. El principio que debía de inspirar la comunidad se basaba en la colaboración desinteresada y el análisis racional de los problemas sociales y de sus soluciones sin el recurso a la guerra y la violencia.
Ni modo, aunque años más tarde en la famosa Teoría de juegos, se pone de manifiesto las ventajas de la cooperación, la humanidad sigue empozoñada en el desvarío de la competencia orientada al beneficio personal, a un fin que siempre justifica los medios.
De su esposa Marta, compañía constante durante toda su vida, hay que resaltar las siguientes palabras recogidas en la biografía y que definen la mujer que fue: Todo lo que haya podido sucederme en la vida no ha logrado abatir mi ánimo, y ahora que soy vieja no estoy dispuesta a doblegarme ante dictadores. En la medida que una persona como yo pueda impedirlo, no consentiré que nadie destruya mi fe en la humanidad.
Emanuel Lasker, en sintonía con Marta, dejó escrito en La comunidad del futuro: la voz del intelecto tiene un tono moderado, pero no cesa hasta hacerse oír. Al fin, tras muchos fracasos, logra ser escuchada. Es este uno de los aspectos en los que la humanidad puede sentirse optimista y confiar en el futuro.
Tal para cual.
Me interesa sobremanera : La comunidad del futuro publicada en 1940, porque este año, como optativa tengo Filosofía Política, y al igual saco algo interesante de la lectura.
ResponderEliminarGracias ¡¡¡¡¡¡¡
Abrazotes múltiples ¡¡¡
(Salut)
No sé si vas a poder dar con él. Si lo encuentras y escribes sobre él, seguro que te gustará, no como utopía, sino como posibilidad.
ResponderEliminarAbrazos
Qué bien traída la fotografía del señor Spock. Es posible que la Federación fundamentara su esencia en la colaboración preconizada por el señor Lasker; aunque para ser un campeón mundial del ajedrez durante tantos años debió estar provisto de un carácter ciertamente competitivo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muy cierto, el ajedrez es competitivo. Lasker lo era, pero su su juego no era agresivo, al menos no se complacía en humillar al contrario.Dicen de él que jugaba al ajedrez con estrategia "psicológica": conducía al adversario a la zona del tablero dónde más inseguro se sintiera. Lasker reconocía sus contradicciones, era competitivo pero consciente de que en la sociedad humana la colaboración es una actitud imprescindible para sobrevivir.
EliminarOtro abrazo.
Miramos el mundo por una rendija, parece que el campo de visión quede limitado como en los aperos de las mulas, esas frontaleras, anteojeras, mosquiteros y ahogadores que componían la cabezá que se colocaban a las caballerías. Vemos poco y mal y así nos expresamos. Recurro a la poesía, en concreto a la visión poética, J.V. Foix decía que para hacer poesía solo bastaba describir aquello que vemos de escorzo.
ResponderEliminarEmanuel Lasker como algunos otros científicos nos proponen otra mirada, a veces un mundo infinitesimal, otras veces el optimismo de las estrellas o la cura de humildad de las estrellas.
Con esta mirada clarividente construyen sus vidas y nos indican caminos de esperanza. Lo que resulta chocante es que esos individuos que saben mirar lleguen al final de sus vidas intactos, creyendo aún, sin pesimismo de ninguna clase, en la capacidad del ser humano para arreglar el mundo.
Lasker se iba a morir y creía que una sociedad podía desarrollarse basándose en la colaboración en vez de la competencia. Bravo. Pero ¿y la inquina y la codicia de los hombres? Se han escrito demasiadas páginas de la historia en que se ha superado la competencia con la espada y la colaboración a garrotazo limpio.
Muchos experimentos se han inspirado en las bondades de una humanidad armoniosa y es bonito que así sea, pero al final la irracionalidad y muchas veces la pasión han echado abajo las paredes de falansterios, familesterios y comunidades de Cabet.
Hay ventajas evidentes en la cooperación, claro que sí, lo dijo Emanuel Lasker y esto también lo creía Maquiavelo, y más tarde, ni la ilustración, con su guillotina, consiguió apartarnos de la competitividad, y así estamos a merced de los vientos de los mercados donde la competencia entre las grandes corporaciones transnacionales producen miles de desplazados y el dolor no cesa. Menuda partida de ajedrez.
Un abrazo
Francesc Cornadó
Querido Francesc, asombra que quienes padecieron a lo largo de su vida, no digo ya injusticias, sino las consecuencias de una locura colectiva, acaben el recorrido sin resentimiento social ni odio a la humanidad. Al contrario, dejan una estela de inteligentes y y generosos propósitos.
EliminarGramsci y su famosa frase, al menos a él atribuida, recomendaba oponer al pesimismo de la razón, el optimismo del corazón. Así lo hizo Lasker, porque le constaba que el mundo podía estar dirigido por cenutrios escudados en ideologías de salvación, pero la humanidad también está formada por buenas personas cuyo principal interés es mejorar el mundo. No hace inventar la vacuna de la polio y renunciar a la patente, también es altruismo dedicar nuestro tiempo, por ejemplo, a mejorar la instrucción de niños que no alcanzan con el horario escolar. Tú ya sabe.
El caso de Lasker es ejemplar. Como tantos otros personajes que se elevan por encima de la mediocridad, fueron -y son- capaces de resistir los embates políticos y desgracias personales sin perder la simpatía y la esperanza en el ser humano. Motivo suficiente para recordarlos, ya no digo emular sus logros, pero al menos que no nos ciegue, ni condicione, la miseria moral de una grupo pequeño y perverso de seres humanos.
Abrazos
En estos tiempos que corren resulta un poco difícil adherirse a tal grado de optimismo, pero lo intentaremos, madame, porque es lo que nos queda y porque dicen que de ilusión también se vive.
ResponderEliminarFeliz tarde
Bisous
Sí, creo que es lo más saludable.Sin llegar a un optimismo ciego, necesitamos una pizca de confianza en la humanidad y algo de suerte. Quizás con estos ingredientes resistamos mejor estos tiempos interesantes.
EliminarBisous
Es un anàkisis deductivo lògico en su caso, ya que en el ajedrez hay que buscar soluciones racionales en los que, aunque no lo parezca, la cooperaciòn de todas las piezas en el tablero es vital....no me extraña que llegase a esa conclusiòn sicial....no basta con un lider hiper inteligente si no existe una vision de conjunto de caracter cooperativo.....
ResponderEliminarMuy interesante....cuanto contribuyes a que me quede un rato pensando....gracias y un abrazo
Anàlisis creo que se escribe.....saludos
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EliminarV, pues tienes toda la razón. Un buen jugador de ajedrez, como era el caso de Lasker, hizo una transposición de las reglas del juego de ajedrez a una sociedad futura mejorable. Cada movimiento tiene un sentido y finalidad, y ningún buen jugador desperdicia una pieza al tuntún, sin prever las consecuencias en el tablero.
Otro abrazo
No sabía de este hombre tan interesante. Gracias por darlo a la luz. Yo estudio sociologia y ha sido un descubrimiento para mí. Saludos
ResponderEliminarMe encanta que sirva para que encuentres material que sea de tu interés. Yo también estudié sociología, así que somos colegas, aunque he ejercido más otra profesión.
EliminarSaludos
Me encanta que sirva para que encuentres material que sea de tu interés. Yo también estudié sociología, así que somos colegas, aunque he ejercido más otra profesión.
EliminarSaludos
Te doy las gracias Amaltea por denunciar con razón los enromes, abundantes y reiterativos errores tipográficos del libro de Lasker, pues aunque lo corregí por tres veces incluso lo di a leer a otro escritor así todo el editor hizo con él una de las mayores chapuzas editoriales, además de amputar varias partidas, fotos y texto. Actualmente estoy ampliándolo con nuevos hallazgos pero será publicado por una editorial que cuide este tipo de errores. Gracias por tus palabras.
ResponderEliminarMiguel Ángel Nepomuceno