domingo, 8 de diciembre de 2013

Esperanto mi ŝatas. Gracoj, Lázaro Zamenhof


 


No soy esperantista, por ahora, aunque espero convertirme algún día en miembro de tan distinguida sociedad. Esta declaración de principios quiere ser también una muestra de rendida admiración por Lázaro Zamenohf, el creador de un lenguaje que deberíamos hablar todos los habitantes del planeta Tierra. Es muy probable que si el esperanto  fuera la lengua de uso universal, aparte de la lengua local de cada cual, más de una guerra y enfrentamiento violento se habrían evitado o se evitará, tiempo futuro que no debemos olvidar.
El esperanto, para algunos un invento fruto de la extravagancia de un raro, es una lengua perfecta; sin tropiezos gramaticales apenas, no hay declinaciones ni irregularidades y cualquiera puede aprenderlo dedicándole unas pocas horas semanales. Lo más importante es que esta lengua creada por Zamenhof es  una oportunidad para salvar las diferencias lingüísticas que nos dividen.
 
En julio de 1887 se publicó en Varsovia el primer libro en esperanto, Internacia Lingvo (lengua internacional), publicado bajo el seudónimo de "Doctor Esperanto
El objetivo del médico polaco era cumplir con su ideal de fraternidad universal  que se inspiraba en el respeto por todos los seres humanos sin distinción,  para alcanzarlo era preciso  facilitar  la comunicación verbal. Que  cualquier lugar del mundo fuera nuestra patria, que nos uniera el habla, esa conquista evolutiva que convierte el lenguaje en un instrumento sofisticado, elegante y bello con el que manifestamos ideas, deseos  ilusiones y necesidades.         

Detrás de la creación de Zamenohf,  oftalmólogo polaco que se educó en Rusia y que, sin ánimo de hacer chiste, fue un visionario a la altura de un Tesla o Einstein,  reina un conocimiento, quizás intuitivo, de la profunda influencia de la lengua que hablamos sobre  la realidad  y viceversa.

 
Se dice en el Talmud que las lenguas importantes en el mundo son cuatro: griego para cantar, latín para guerrear, siríaco para honrar a los muertos y hebreo para hablar.
Variaciones sobre esta sentencia se encuentran en textos históricos, leyendas populares y  afirmaciones como la de Louis Le Laboureur, gramático francés del siglo XVII, quien tras años de estudios, vino a afirmar lo siguiente: nunca puede ser oscuro el francés porque los franceses seguimos en nuestra lengua el orden de la naturaleza que es el orden de nuestro pensamiento; también Brunetière, quien en 1894 se dirigió a la Académie Française en su discurso de ingreso de tal manera:  el francés es la lengua más clara,  más lógica  y transparente que el hombre haya hablado jamás.

 
Podemos encontrar perlas semejantes en todas las culturas, épocas y  tradiciones lingüísticas. El hablante cree, con fe religiosa, que su lengua es superior, mejor, más útil, funcional y expresiva que el resto de lenguas, sobre todo la del vecino, que suele ser una birria andante. Por poner un ejemplo de majadería en torno a una lengua, valga la del  lingüista danés Jespersen, que opinaba que el inglés era muy superior al francés: “porque el inglés es una lengua metódica, eficiente, sobria y lo mismo que es una lengua es una nación” por lo visto, los ingleses le molaban.      
En After Babel, George Steiner defendió que las lenguas con   tiempos verbales futuros aseguran el porvenir del pueblo que los habla, o al menos,  dan esperanza sobre la existencia de un tiempo  más allá del hoy, circunstancia según él,  que salva a las naciones con lenguas de “futuridad articulada  del suicidio generalizado.
Ha resultado que la  argumentación de Steiner,  escrita en 1975, tiene mucho de profético pues  desde esa fecha han desaparecido docenas de lenguas que carecen de temporalidad futura. Quizás no sea por eso, sino porque eran habladas por tribus que fueron invadidas por otras tribus con más influencia en el territorio o simplemente porque no era una lengua útil para sus hablantes.

Los últimos estudios sobre lingüística y neurolingüística refieren que no existe ni una sola lengua terrestre que no comparta la misma gramática subyacente,  basada en idénticos conceptos. Un descubrimiento que dinamita el prejuicio de que las lenguas nos hacen distintos. La lengua materna tiene una influencia insignificante sobre nuestra manera de pensar porque –ahí viene lo demoledor para amantes de la diferencia entre etnias y pueblos- los seres humanos pensamos en términos tan parecidos que son inidentificables, hables el arameo, el alto alemán o el  chino mandarín.
El próximo 15 de diciembre se conmemora el nacimiento de Zamenhof (1859). Se celebrarán actos en todo  el mundo. Lecturas en esperanto, encuentros y reuniones donde se hablará la lengua de creación artificial entre personas de muy distinta procedencia e idioma.
He de decir que muy cerca de donde vivo, en Sant Pau d’ordal, Subirats,  tiene la sede el museo de esperanto con abundante documentación sobre el origen y evolución  de esta lengua. Su fundador fue el farmacéutico Lluís Hernández Yzal, que nació en 1917, el mismo año en el que murió Lázaro Zamenhof.
 
 
 
Visité el museo hace unas semanas y  es asombrosa la cantidad de literatura  escrita en esperanto, las miles de postales procedentes de todo el mundo; carteles preciosos de mediados de siglo XX, anunciando los congresos que se celebraban, algunos en Barcelona; y la  historia sobre el empuje que tenían las sociedades esperantistas, sobre todo en Cataluña, en la década de los años veinte y treinta del siglo XX.
 
En la actualidad hay dos millones largos de esperantistas. Existe una red internacional de acogida -gratis-con domicilios y teléfonos de contacto. Todo por amor a la lengua y sus ideales, hoy pasados de moda. Un esperantista tiene como orgullo abrir su casa y ser el anfitrión del extranjero, hermano de lengua. Se puede viajar por todo el mundo sin pisar un hotel, de casa en casa, disfrutando de la amistad sin otro interés que extender  una lengua que nos abre la mente y el corazón.    
 
Esperanto mi ŝatas. Gracoj, Lázaro Zamenhof (El esperanto me gusta. Gracias, Lázaro Zamenhof)

16 comentarios:

  1. Corría hace tiempo un libro por casa de esperanto. Sobre los años 60 tuvo mucho auge, hoy no se si sería eficaz.
    salut

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    1. Miquel, pues yo lo descubrí en los setenta. Desde el primer momento pensé que era una idea espléndida; conocer una lengua con la que pudieras entenderte con todo el mundo me parece genial . Otra cosa es que cómo llevarla a cabo para que la gente del planeta sienta que merece la pena aprender una lengua global.
      Abrazo

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  2. Dicen que tal vez no alcanzó mayor difusión porque en su mayoría se inspira en el latín y las lenguas romances, con preferencia sobre las de origen germánico. Además despertó muchos recelos durante la segunda guerra mundial, porque la relacionaban con el espionaje. Hitler detestaba el esperanto.
    Lo que no sé es si eso de que los seres humanos pensamos en términos tan parecidos no será también una opinión a fin de cuentas, una apreciación subjetiva, igual o similar a la que afirma que las lenguas nos hacen distintos.

    Feliz día, madame

    Bisous

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    1. Madame, tiene razón que por lo visto fue muy mal vista y también prohibida, como si las lenguas fueran cañones. Bueno, a veces las palabras pueden ser mortíferas, pero esa es otra cuestión.
      Corre la leyenda por ahí, en círculos esperantistas, que Tolstoi que en su última época abogó por una fraternidad cristiana, se entusiasmo por el esperanto y dicen que lo aprendió en dos horas. No sé yo cómo lo haría, caso de ser cierto, estaría en su momento de gracia.
      Y en cuanto a los parecido que somos los seres humanos, al margen de nuestras respectivas lenguas, no parece nada raro. Tal como se descubre los genomas de otras especies parece que compartimos materia genética con seres de lo más alejado de nuestra línea. Con la mosca del vinagre, sin ir más lejos, compartimos un cincuenta por ciento. Sí, creo que la lengua es un añadido cultural que no produce variaciones identitarias, solo costumbre y usos.

      Bisous y pase usted una buena semana

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  3. Querida Amaltea, está claro que se han arruinado los postulados del Movimiento Moderno, el racionalismo ha cedido ante la euforia de las emociones nacionalistas, parece que todos anden buscando diferencias insignificantes para significarse, para decir que su lengua y sus garbanzos son mejores que los del vecino; éste huele mal, tiene pinta de borracho, su lengua es un deshecho y otras sandeces, todas por el estilo, para hacernos creer que somos los mejores ¿Mejores en qué? ¿Es que acaso no guisan bien en las otras patrias? ¿Es que acaso los niños de las otras patrias obedecen a sus padres y se portan mejor que los nuestros? Las patrias son una argamasa de odios y venganzas, o ni siquiera esto: son una entelequia para ociosos y arribistas.
    La fraternidad universal, ansiada por idealistas racionales como el Dr. Zamenoff, ahora parece una extravagancia ensombrecida por las banderas que ondean al viento de la intolerancia.
    No sé si los seres humanos pensamos en términos muy parecidos, pero algunos seres humanos piensan en términos de exclusividad y se empeñan en decirnos que no somos iguales y ni siquiera parecidos y nos dicen que nuestro talante y nuestra lengua son milenarios, ¡ah infelices! nuestro talante es una mezcla de talantes recocidos en el horno de una historia absurda y nuestra lengua es los restos de una lengua que a lo mejor fue noble, pero que ahora es algo alambicado y producto de la pereza.
    Salud
    Francesc Cornadó

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    1. Francesc, no puedo estar más de acuerdo contigo. Cuando escribí esta entrada ayer, quise comprobar la afirmación sobre lo poco, por no decir casi nada, que influye la lengua que hablamos en la manera en que procesamos los datos que nos entran por los sentidos.
      Y sí, distintos por experiencia y cultura, pero el límite se detiene en esa frontera, no hay biológicamente diferencias entre un japonés y un latino. Y eso que ellos tiene los ojos rasgados y su lengua no es alfabética, pero en cuanto se analiza lo que nos distingue en cuanto a procesos de pensamiento y emociones, es nada. Compartimos la misma identidad toda la especie humana.
      A muchos nos encantaría que hubiera un entendimiento, empatía, con la vida de todos los que viajamos en este nave estelar. Parece que habrá que esperar otro milenio, si llegamos vivos.

      Un abrazo

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  4. Pues no sé si hay unas lenguas mejores que otras, pero Carlos V sí lo pensaba, según para qué fines, o al menos así se cree cuando se le atribuye aquello de que “Se debe hablar a Dios en castellano, a los hombres en francés; a las mujeres en italiano y a los caballos en alemán”. Y ya que he empezado con Carlos V, terminaré también con él o con su hijo Felipe II y con el Dr. Zamenhoff, elucubrando qué habría pasado si Zamenhoff hubiera vivido en el siglo XVI, hubiera ideado su idioma universal entonces y Carlos V o Felipe II, lo hubieran impuesto en el imperio en el que no se ponía el Sol.
    Un saludo.

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    1. dlt, sus apuntes históricos siempre dan el justo contrapunto.
      No habría estado nada mal, al contrario, quizás si Zamenohf se hubiera adelanto dos siglos y Carlos V hubieran decidido dar apoyo al esperanto, ahora el mundo quizás sería otro.

      Oiga y lo de hablar en alemán a los caballos y a las mujeres en italiano, me gustaría saber qué vericuetos mentales le llevó a pensar que esas lenguas eran las apropiadas para dirigirse a nosotras y los hermosos caballos.
      Saludos

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  6. Bela teksto. Dankon!
    Via filino, la konsentita

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    1. He tenido que recurrir al traductor de esperanto para entender el comentario.
      No tengo palabras.

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  7. Muy interesante todo el texto. Las nobles intenciones no se discuten. Ni se me ocurre. Luego oí decir que lo que nació como lenguaje universal era luego utilizado por ciertas logias precisamente para distinguirse, pero no se si es verdad...
    Lo que no tengo tan claro es que los seres humanos pensemos en terminos parecidos...mmmm...no estoy seguro.
    Es más, me inclino por lo contrario. Siempre tiendo a pensar que donde todos piensan igual es que nadie piensa mucho. Prefiero la diversidad en el pensamiento aunque luego eso se concrete en el lenguaje que sea.
    Aunque creo, amiga Amaltea, que más que al contenido te refieres al proceso de pensar, aunque uno piense atrocidades y otro buenas acciones. Aunque uno razone y otro no.
    Me parece un tema el que planteas interesantísimo. La razón y su expresión. Y he de confesar que me dejas pensando, lo cual me parece sanísimo. Te lo agradezco. Un abrazo

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    1. Querido V, claro que un pensamiento en rasa, adocenado es una maldición de la que es preciso huir. Cuanto más variado y diferente, mejor para todos.
      La cosa viene por esa recurrencia a dar carta blanca a ideas peregrinas sobre las diferencias, físicas y psicológicas, por razón de color de piel, lengua materna o territorio nacional. Ya sabes la de guerras que sean montado por defender que unos son superiores a los otros. Aún me acuerdo cuando iba al cole que las monjas nos hablaban de las razas y de lo inferior que era la raza negra.
      La cuestión que parece quedar clara es que el homo sapiens, en todas sus variedades culturales, responde de manera idéntica -o casi- antes las amenazas sociales, biológicas o emocionales y estímulos .
      Las diferencias son tan ínfimas que una comisión de antropólogos extraterrestre no observaría apenas diferencias entre nosotros.
      Imagino algo parecido cuando los humanos nos fijamos en hormigas, unas grandes y negras y otras de color rojo y pequeñas; sabemos que son esencialmente lo mismo, quizás construyen el hormiguero unas picudo y las otras romo, pero eso no cambia su condición de hormigas. Aunque parece que las hormigas también se aniquilan entre ellas. Será porque aún no han descubierto el esperanto para arreglar sus diferencias.

      Un abrazo.

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  8. Varias veces me he cruzado por los pasillos del hospital Clínic de Barcelona con el
    doctor Ciril Rozman que es uno de los grandes referentes internacionales de la medicina. Sobretodo en hematología, y está considerado un maestro por varias generaciones de médicos.
    Habla 13 idiomas perfectamente, y muchas veces ha dicho que todo el mundo tendría que hablar dos lenguas. La materna porque es como una herencia y otra común, que perfectamente podría ser el Esperanto. La lástima es que no se sepa introducir, como por ejemplo el inglés.


    "Maestro es el que es capaz de tener discípulos mejores que uno mismo", me dijo un día...
    Saludos, Amaltea.

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  9. Perdón por volver a comentar de nuevo. Al leer tu respuesta a V he relacionado las hormigas con un hecho que me pasó en una biblioteca. Precisamente en una biblioteca!
    Estaba esperando que la bibliotecaria terminase de leer una carta que supongo estaría escrita en inglés. Cuando terminó me dijo: "Todos, aunque nos parezca que somos diferentes, somos iguales, y deberiamos tener un solo idioma"
    -Cual, le pregunté.
    -El castellano, por supuesto.
    Con esto no quiero molestar a nadie, solo es un hecho que pasó y nada más, pero es una forma de demostrar que es dificil que todos hablemos un solo idioma. Precisamente yo soy partidario de que no haya ni una sola lengua que se pierda, y aquí en este pais ya se han perdido bastantes, y pronto se perderán otras dos: el bable y el castúo.
    Saludos.

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    1. Perdona la tardanza en contestar.
      Pues lo cierto es que el origen de muchos conflictos está en la presunción de que lo nuestro es lo mejor. La contestación de la bibliotecaria es típica de la estupidez.
      ¿Y por qué no el arameo? Bueno, Zamenhof debió darse cuenta de que solo una lengua no adscrita a un territorio determinado tenía posibilidades de éxito. Y muy de acuerdo con el aforismo del Maestro. Gracias.

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