En La tentación vive arriba, de Billy Wilder, el marido ha enviado a mujer e hijos de
vacaciones. Al principio, se las promete muy felices en su apartamento de soltero circunstancial.
Imagina una apasionada aventura con la vecina. La dicha es breve porque el teléfono y los encargos se hacen cada vez más insidiosos. Hay que enviar un palo de remo al pueblo de veraneo para que el niño pueda salir a navegar. Punto clave en la trama son las fiestas en el pueblo. El marido inicia un desastroso acercamiento a la espléndida vecina, Marilyn Monroe, pero el miedo a ser descubierto y la noticia de que también está en el mismo pueblo un amigo muy servicial, le amargan la vida.
Imagina una apasionada aventura con la vecina. La dicha es breve porque el teléfono y los encargos se hacen cada vez más insidiosos. Hay que enviar un palo de remo al pueblo de veraneo para que el niño pueda salir a navegar. Punto clave en la trama son las fiestas en el pueblo. El marido inicia un desastroso acercamiento a la espléndida vecina, Marilyn Monroe, pero el miedo a ser descubierto y la noticia de que también está en el mismo pueblo un amigo muy servicial, le amargan la vida.
¡Ah, qué malo es Wilder! La esposa está con los niños y con los amigos,
uno de ellos es un seductor a quien el marido teme más que a un nublao, y
mientras anda en su aventura inocente, no puede sacar de su cabeza al mocetón
que entretiene a su mujer. Está seguro: en su mente ve la escena del pecado: sobre un
carro de heno retozan la adúltera con el don Juan de medio pelo. Avanzando retrocediendo, se repite a sí mismo en la película a
propósito de los escarceos del amigo, convertido en odiosa amenaza.
Ese avanzando retrocediendo, latiguillo que he hecho mío, es
lo que me ocurre con algunas de las lecturas que me aproximan a un conocimiento,
que confío voy a encontrar en determinado libro, para desvanecerse en
cuanto piso las últimas páginas.
Avanzando retrocediendo, se ha quedado
en una anécdota después de leer un texto
que recomiendo a quienes tengan ganas de saber fuera de los cauces convencionales. Puedo
decir que he avanzado después de leer El
fuego secreto de los filósofos, de Patrick Harpur, publicado por Atalanta.
Escalera de Donato D' Angelo Bramante. Museos Vaticanos |
El autor se ha
empecinado en abordar el Saber humano sin
prejuicios. Pretende rescatar el alma del mundo y el inconsciente, condenado este último a
habitar en las sombras. A primera vista puede parecer esotérico, sin embargo está
muy lejos de la charlatanería.
Su relato se inicia
con un análisis de las leyendas sobre seres daimónicos, donde conviven hadas, trolls, elfos, gnomos,
espíritus presentes en la naturaleza. Sigue adelante con autores que sacaron su
inspiración para la creación de su obra,
gracias a una percepción muy afinada, una doble visión mística, que comparten Platón,
san Juan de la cruz, William Blake, el poeta sufí Rumi, Yeats, Wordsworth o Ibsen.
Harpur nos plantea una propuesta: cambiar un modo
de pensar heredero del racionalismo cartesiano por otro en el que esté presente la duda, la
incertidumbre, la Sombra y, sobre todo, la imaginación y lo simbólico. Y no es una locura, en vista de que se está abriendo camino la teoría de las
supercuerdas que habitarían un espacio-tiempo
de diez dimensiones, y en otra
versión de la misma teoría ¡de veintiséis dimensiones! Casi es más difícil creer en las supercuerdas y sus consecuencias que en la existencia de espíritus. Nos explica que la posibilidad de que exista una versión exacta
de nuestro universo no es una fantasía en la física actual. En este segundo universo, las partículas idénticas a las que, por ahora, conocemos podrían ser capaces de interactuar con nuestro
mundo. El párrafo que sigue es parte
del epílogo de El fuego sagrado de los filósofos
"El objeto de un secreto
es evocar una sensación de misterio, movilizar todas nuestras facultades y
azuzar nuestro amor propio. Nos atraen con un señuelo, e incluso nos engaña induciéndonos a emprender una búsqueda cuyas pruebas terribles de otro modo nos disuadirían. Nos ponemos en
camino en busca del conocimiento y el
poder ocultos que creemos que el secreto
nos conferirá, pero descubrimos por el
camino que esas cosas son imágenes de
una sabiduría y una gloria que no podíamos imaginar al principio"
En La Leyenda de la ciudad sin nombre, Lee Marvin pronuncia una frase que es digna de figurar en este libro, entre otras cosas porque Harpur hace un repaso de la manía que tiene la humanidad de dividir el mundo en dos categorías. Atentos al diálogo
y a la maravillosa canción que es un himno a lo secreto, misterioso y transitorio de nuestra existencia.
Me has picado la curiosidad con el autor, Amaltea, y es que también soy partidaria de un modo de pensar que se abra a la duda, a lo simbólico, a onírico. Has citado a mi poeta favorito: San Juan de la Cruz, y también te has referido a Yeats.
ResponderEliminarLo cierto es que llevas razón. A una determinada altura, no siempre avanzamos con las lecturas y hay que alegrarse cuando un libro nos proporciona esta maravillosa sensación.
Un abrazo.
P.D.- No sé qué le ocurre a mi ordenador, pero me bloquea los vídeos, qué rabia al no poder escuchar la canción.
Isabel, no te cuento la de veces que blogger me hace trastadas, como no poder acceder a vídeos.
EliminarLa cosa es que no han enseñado a pensar en línea recta y resulta que la vida son vericuetos y rincones por los que hay que pasar. Razón suficiente para aprovechar una lectura que se detiene en la reflexión de los muchos pliegues de esa línea recta.
Un abrazo
Madame, dentro de poco, y aunque resulte contradictorio, de esas dos clases por aquí solo quedarán los que se marchan.
ResponderEliminarMe encanta Billy Wilder. Gratos recuerdos me ha traído usted hoy.
Pero no la voy a engañar, madame: le confieso que a mí me va a costar un poco creer en las supercuerdas, en efecto. Supongo que será hasta que me acostumbre. O hasta que haya una confirmación, que también podría ser. En ese caso no me obstinaré más, lo prometo.
Buenas noches, madame
Bisous
Usted, Madame, hará muy bien en no darse a las supercuerdas sin ton ni son.Es lo más sensato. Imagínese que trastorno con tanta partícula rara saliendo al paso.
EliminarY Billy Wilder, sobre todo, su primera época es un despertador de neuronas natural y sin efectos secundarios.
Pase una buena tarde. Bisous.
Tiene una pinta estupenda este libro de Harpur, Amaltea: eso de pensar de manera diferente, desalojar de nuestra mente esa pensamiento racional, geométrico, equilibrado, cartesiano, como dices, y buscar la nueva lógica llena de dudas, imaginativo, sin prejuicios, desconocido, debe ser alucinante. Estoy seguro de que muy pocos lo conseguirán, pero por intentarlo que no quede. Y Billi Wilder genial siempre. Buen fin de semana. Abrazos
ResponderEliminarTe aseguro que te va a encantar, el enfonque es asombroso por atrevido, erudición sin pedantería y cuando se acaba el libro, en la cabeza queda la muesca de que observar es más que ver por esos ojos.
EliminarTe deseo también un estupendo fin de semana. Un abrazo.
generalmente los libros de Atalanta son muy buenos.
ResponderEliminarLa letyenda de la ciudad sin nombre es una pelí para ver en versión original, porque sino no se entienden según que frases y la censura jugó malas pasads,
Y no he leído el libro de Harpur. Prometo hacerlo
salut
Pues te doy la razón, es una editorial que tiene un catálogo,en general, muy apetecible. Hace un año ya escribí otra entrada sobre otro título de esa editorial: El mundo bajo los párpados, un recorrido por la historia de los sueño y lo onírico. Me gustó pero mucho más el de Harpur.
EliminarUn abrazo
Querida Amaltea, intentaré meterme con el Harpur, pero con estos referentes, Platón, San Juan de la Cruz, William Blake, el poeta sufí Rumi, Yeats, Wordsworth o Ibsen, me parece que la indigestión la tendré asegurada, con estos místicos y simbólicos mi estómago de materialista empedernido necesitaría una dosis doble de Omeoprazol para poderlos digerir. Mientras tanto prefiero descender por la escalera de Bramante aunque la relación entre la huella y la contrahuella es algo retórica, pero a mí ya me va bien, porque soy bajito como el mismo Bramante.
ResponderEliminarSalud
Francesc Cornadó
Ya sé que te va adescolocar leer lso primeros capítulos, pero te aconsejo que tengas paciencia y no abandones. Tu sensibilidad -a pesar de que te empeñas en el materialismo-descubrirá muchas conexiones con el planteamiento de Harpur.
EliminarJaja, no tan bajito, Francesc. A mi me encantó bajar la escalera mientras miraba al hueco.
Un abrazo
Buenas noches, Amaltea:
ResponderEliminarCreo que nos encontramos en otro movimiento pendular que nos da a la sociedad Occidental de vez en cuanto, que pasamos de lo racional a lo emocional y viceversa. Supongo que ya tocaba, después de tanto racionalismo.
Billy Wilder siempre es increíble. Esta no es mi película favorita, pero es muy buena.
Gracias por la recomendación de Harpur. Estaré atento para leerlo. Un saludo y que descanses.
Anónimo Castellano, mi intuición - sigamos la estela de lo irracional- me dice que el péndulo se va a detener una buena época en el lado de lo imperceptible, invisible, oculto. Como quieras llamarlo, aquello que no tiene la entidad de dos más dos son cuatro. No se trata de volver a la superstición, sino de ampliar las miras y acercarse a la realidad como si estuviéramos ante un calidoscopio que varía de color y forma en cada instante.
EliminarSi tiene ocasión de leerlo, creo que te gustará. gusta. Pasa una buena tarde y un abrazo.
Me parece excelente la hilazon que has urdido. Si me dices que el libro va más allá dela pura charlatanería y que indaga en la duda y en las zonas de sombra, lo anoto ya.
ResponderEliminarBasicamente, debido a que parece una propuesta antagónica a esas tan poco filosóficas que consisten en transmutar la folosofía en una especie de libro de autoayuda en el que te dan las respuestas masticadas, cosa que odio. Me alegro de que lo de Harpur vaya por otro lado.
Muy audaz al detenerte en esa otra historia que está muy presente en la película de Wilder, y que la condiciona mucho. Todo ello, pese a que a la iconografía cinéfila haya pasado otro momento bien conocido y tal vez más banal y obvio. Coincido contigo plenamente en los apuros del presunto macho alfa. Y me has dado una estupenda sorpresa con la canción, que remata un post delicioso. Un abrazo
V, coincido contigo en la poca gracia que tienen los libros con pretensiones filosóficas, esos que se dedican a repartir soluciones a cual más boba.
EliminarQué te voy a decir, si lo sabes todo de cine.Siendo buena, no es de las mejores de Wilder, pero venía al pelo porque ese neurótico macho alfa psicoanalizado, aportaba el punto que quería dar a la entrada: las expectativas pocas veces se cumplen pero en este caso, sí. La canción es fantástica y Lee Marvin está insuperable.
Un abrazo.
Soy profesor de filosofia y me ha llamado mucho la atencion ese libro y lo que cuentas de el. Sin duda me lo apunto e intentare leerlo. Me parece muy interesante proponer una alternativa al racionalismo cartesiano cuyo discurso se encuentra bastante agotado
ResponderEliminarBesos
Caray, profesor de filosofía, en este caso este libro tienes que leerlo -creo que la editorial y el autor me van a dedicar una plaza, jeje-
EliminarPrecisamente inicia el paso con los filósofos griegos, en especial Platón y sigue adelante con paso firme, sin olvidar dar un buen repaso a ese cientifismo dogmático que no admite que se disienta del canon.
Un abrazo.
La verdad es que me he visto desbordado. Yo, que me defiendo relativamente bien con la Mecánica Clásica, la visión posible del universo con nuestros sentidos, quizás el primer término de una progresión en el conocimiento del universo, me pierdo en el siguiente, la relatividad, y no vea con éste de las modernas teorías de cuerdas. Y eso que estamos en el principio de conocer lo que no sé si se sabrá alguna vez. Y es que somos tan pequeños, aunque no queramos creerlo. Eso sí, el diálogo sobre las categorías en la que encuadrarlo todo en dos grupos es parte de dualismo que lo empapa todo, otra muestra de nuestra pequeñez: hay hombres que van o que vienen, que van hacía algún lugar o que no van a ninguna parte, hombre que hablan para decir algo y hombres que dicen algo por hablar. Siempre el bien y el mal.
ResponderEliminarUn saludo.
dlt, de acuerdo, el dualismo nos limita y parece que no hay manera de sacarselo de encima.
EliminarDe las teorías de las cuerdas ni de la física clásica puedo opinar, no tengo competencia para hacerlo, pero, oiga, no me negará que si algún día se concreta en algo más que ecuaciones, quizás el asombro sea mayúsculo. Y vaya usted a saber qué cosas podremos ver y disfrutar (o padecer)
Saludos
He leído también el Mundo bajo los Párpados de Siruela; he de decirte que mantengo una correspondencia epistolar con el susodicho y que le abronco porque en sus últimas ediciones no pone la tira de tela separadora, el cordel.
ResponderEliminarLo tendrá en cuenta para futuras ediciones.
Por otra parte decirte que Bolaño repite en Los detectives salvajes el nombre de Arcimboldi ..el mismo nombre que revolotea en 2666...Y lo encuentro curioso porque me descentra y todavía, a pesar de haberlo releído, no le encuentro la relación...Pero seguro que hay algo que se me ha escapado.
salut
Miquel la portada del libro de Harpur es de Arcimboldi. Mira tú que casualidad o no. Déjalo reposar y no le des vueltas, cualquier día verás la relación en la obra de Bolaño.
ResponderEliminarMe ha pasado muchas veces que lo que me parecía oscuro, un día, sin venir a cuento, quedaba claro como el agua.
Lo del cordel en el libro es muy útil, no hay que ir con marcadores. A mi se me caen todos y los voy perdiendo por ahí.
Un abrazo
Tremenda tu entrada. Muy compleja para mi mente, tan simple ella. Al final, o en el fondo, creo que tu entrada es una llamada a la búsqueda de lo secreto, la pasión por descubrirlo y la desilusión al conocerlo. Entonces solo nos quedan la metafísica o los mundos cuánticos, esos que hasta los propios científicos consideran a veces incongruentes pues es matemáticamente factible demostrar cualquier cosa pero es materialmente imposible demostrarlo plasmado en una máquina por lo que, todo puede valer, por ejemplo esa teoría de las cuerdas bosónicas de 26 dimensiones o la teoría de las supercuerdas de 10. Al final, nos encontramos en la encrucijada de lo metafísico. Ante el gran secreto a lo Lee Marvin. ¿Vamos a alguna parte?
ResponderEliminarDifícil encontrarle el alma al mundo. Un saludo, amiga.
No sé, elpresley, si es una llamada a lo secreto o una esperanza en comprender una pizca más de lo que significa la Vida,con mayúsculas. De acuerdo, las ecuaciones pueden llevarnos a imaginar mundos fantásticos, la cosa está en que esa abstracción matématica se concrete en algo corpóreo. O sea, que podamos disfrutarlo con estos ojitos.
ResponderEliminarSaludos y que pases un buen fin de semana.
ResponderEliminarHello, AMALTEA.
Lovely and heartwarming your works..
Thank you for your visit.
I thank for your usual and hearty support.
The prayer for all peace.
Greeting.
Have a good weekend. From Japan, ruma❃
Thanks, Ruma. You knows that I love your beautiful blog and the nice flowers and the japanese calligraphy.
ResponderEliminarGreeting and a big hug
Una delicia Amaltea como has hilado el cine, la filosofía y tu sentir.
ResponderEliminarNo puedo esperar hasta el lunes para ir a buscar el libro de Harpur y disfrutarlo.
Creo que hoy día, con tanta tecnología y tantas, tantas distracciones, nos hemos olvidado de la pregunta esencial, la que da origen a la filosofía, quien soy?, esa que vuelve los ojos hacia dentro para conocer y conocerse. Mirar hacia afuera es divertido, es distraído y muy sugerente, pero la mirada hacia dentro nos habla y nos responde esos misterios de los que tu nos cuentas tan bien.
Has tirado de tres hilos geniales, Wilder, Harpur y La leyenda de una ciudad sin nombre y Lee Marvin y tu genial arte de entretejerlos.
Gracias por tanto arte
Un beso muy grande
Muchas gracias, Tati. Resulta muy enriquecedor poder asomarse a otras ventanas. En este caso, el cine, la literatura, la filosofía y, sobre todo, las personas que conocemos a lo largo de la vida. Me parece de lo más necesario salir de nuestra particular circunstancia, hacer el esfuerzo para observar qué se cuece fuera de nuestro mundo de todos los días.
ResponderEliminarOtro beso y abrazos mil, querida Tati.