Man Marko. Yellow Ladder. |
Existe un elemento liberador que ilumina la vida y no es otro que el humorismo,
cuyo significado nos lleva de la mano a ese equilibrio que hermana el
bienestar emocional y físico.
En primer lugar es necesario que
sintamos que los seres humanos, nuestros semejantes, son gente, en el fondo, agradables y si fueran antipáticos, juzgarles con indulgencia. Algo habrá si rebuscamos para que podamos
tolerarlos, al menos dos minutos. La
capacidad para reírse y ver la dimensión cómica en cualquier situación, y
no es lo mismo que burlarse de quien
sufre, nos pone en la senda correcta de
lo que somos, todos sin excepción: individuos maltrechos en busca de una mano
amiga.
Estas palabras vienen a cuento de
dos libros que he releído sobre la
naturaleza humana, en su faceta de exquisito cenutrio. Y es que a la luz de los primeros lustros del siglo XXI, comprobamos un día tras otro, que los más zoquetes alcanzan un poderío asombroso,
toman decisiones que afectan a millones de personas y son, aquí viene el humorismo, tipos que
hablan con una solemnidad apabullante de
sí mismos y de las muy acertadas visiones sobre cómo ha de gobernarse la sociedad. Individuos pierdonodoyuna, recalcitrantes y con un optimismo demente sobre sus cualidades personales.
Wilkintie. Merijn Hoss |
El primer Libro es el del
economista, Carlo M.Cipolla: Allegro ma non troppo. Inicia su
manual sobre las leyes de la estupidez
humana, con un repaso sobre el auge y caída de la civilización occidental.
Empieza por la descripción del fin del imperio Romano. Cita la teoría,
entre otras, de que fue la contaminación general por plomo la causa del desmoronamiento.
Plomo en los recipientes para cocina, en las tuberías, cosméticos y colorantes.
En particular, la ciudad de Ravena, sede del imperio
de Oriente en Italia, se llevó la palma.
Cuenta el historiador romano Sidonio
Apolinar: en Ravena los muros se
desploman, las aguas cesan de fluir, las torres ceden, las naves encallan, los
ladrones vigilan y los guardianes duermen. La baja tasa de natalidad y la alta tasa de
mortalidad durante años fueron culpables
de la decadencia romana, sin una élite política ni cultural el Imperio se
autodestruyó.
Y después vino la Edad Media y
el comercio de especias, con una clara
favorita: la pimienta por sus cualidades
euforizantes, y no solo por ser condimento
culinario. Y en fin, ya sabemos que
después de unas cuantas epidemias, revoluciones, guerras, crisis económicas y reformas chapuceras hemos llegado hasta hoy.
¿Y cómo estamos? Cipolla apunta que los
florentinos se hicieron renacentistas por despecho, decepcionados ante el impago de los ingleses que se declararon
en bancarrota en 1340 y dejaron de pagar sus
deudas. Si ya no existía seguridad jurídica para
el cobro de los préstamos, era
preferible abandonar las actividades financieras para dedicarse a las bellas
artes, con los resultados gloriosos que conocemos.
Después del repaso breve sobre la
inevitabilidad de la desgracia humana, por nuestra mala cabeza, Cipolla se dedica a
analizar, de manera constructiva, las
razones por las que siempre tropezamos con
la misma piedra. Descubre el bicho, una fuerza colosal y oscura que impide alcanzar el bienestar general, prolongado en el
tiempo, y que tiene un nombre conocido: la
estupidez.
Desarrolla las cinco leyes
fundamentales de la estupidez humana, con profusión de demostraciones
matemáticas sobre la ineluctable proporción de estúpidos, sea cual sea el
origen social, étnico, religioso y económico. Toma, como ejemplo para defender
su teoría, las universidades, categoriza cuatro estamentos:
bedeles, administrativos, alumnos y profesores. Nos explica que la Naturaleza es implacable y no se deja domeñar
por simplezas como el origen modesto de los bedeles y su escasa instrucción;
tampoco se amilana ante catedráticos de reconocido prestigio. Todas las categorías
tiene el mismo porcentaje de estúpidos. La hipótesis es demoledora, y se nos
abren las carnes cuando demuestra que,
entre los premios nobeles, también hay estúpidos en la misma proporción que
entre los afiladores de cuchillos.
Necesitamos saber en qué consiste
esa lacra purulenta, culpable de que las sociedades humanas seamos como la
yenka, aquel baile en el que se daba un
paso adelante y otro atrás. ¿O
era Lenin quien postulaba avanzar para retroceder?
Estúpida: dícese de persona que causa un daño a otra o a un grupo humano sin
obtener al mismo tiempo un provecho para
sí.
Continuará.
Una vez lei un libro que se llamaba "Elogio del imbecil" que trataba del mismo tema...me resulto apasionante y tremendamente real
ResponderEliminarEl que comentas tu tambien me parece muy atractivo
Besos
Pues ahí le has dado, ese libro también está junto al de Cipolla, pero continuaré con otro.
EliminarUn abrazo
Ah, pero si la definición es esa con la que usted concluye, estamos rodeados de muy pocos estúpidos! Aquí la especialidad parece ser sacar un provecho para sí, aunque cumplan perfectamente con la parte de causar daño a otros.
ResponderEliminarA lo mejor sale algo bueno de todo esto y, al igual que los florentinos en su día, acabamos por dedicarnos todos a las bellas artes con los mismos gloriosos resultados, y se produce un nuevo Renacimiento.
Pues bueno, madame, mientras tanto nos queda el recurso a la pimienta, a ver si logramos pasar al allegro molto e con brio.
Feliz tarde
Bisous
Madame,me daría con un canto en los dientes si de todo este desastre la sociedad levantara la vista hacia otras actividades, más gozosas y con su pizca de pimienta para aderezar la existencia. Habrá que esperar el feliz acontecimiento transformador (si es que hay suerte y podemos disfrutarlo)
EliminarBuenos días y bisous.
Esto promete, Amaltea, que de estúpidos estamos rodeados. Estúpidos en el sentido que tú aclaras al final.
ResponderEliminarLas alusiones históricas bien podrían enseñarnos algo, que aquí habrá que pagar aunque nos muramos todos de pobreza absoluta. (Cuántas veces me he dicho internamente: ¿y si no pagáramos?). Lo más emocionante sería alumbrar un nuevo Renacimiento, qué hermosura.
En fin, me sonrío. Y es bueno sonreír y reír a carcajadas. Mientras lo hagamos, no nos vencen. El sentido del humor es corrosivo y revolucionario sin ninguna duda.
Un abrazo.
Isabel,nos apuntamos al Renacimiento. Miseria, peor aún la moral que la material, es un condimento que estropea todos los guisos.Hemos de apañarnos con la imaginación, el arte y mucha generosidad de corazón, y de la otra también.
EliminarAbrazos.
De Cipolla recuerdo una frase . " los malvados son los que se hacen el bien a si mismos y el mal a los demás. Los estúpidos son los que se hacen el mal así mismos y a los demás. Los segundos son los peores, por los malvados al menos hacen el bien a alguién "...
ResponderEliminarExacto,Miquel. No hay nada peor que un tonto malo. Porque ya me dirás la gracia que tiene perjudicar al vecino mientras te abres una brecha en la cabeza.
EliminarQuerida Amaltea, la estupidez humana es algo que no tiene fin, va progresando siempre hasta el infinito, en esto se parece a una curva asintota, esas que van creciendo y acercándose al infinito. Por desgracia nos vamos encontrando personajes estúpidos en todas partes y esto hace de mal vivir, porque de ineptos de mala calaña, de corruptos con carnet y de zoquetes con poderío que toman decisiones, de estos, ya nos encargamos nosotros de irlos votando y luego asistimos al espectáculo de la política con candilejas y vedettes de medio pelo, pero los estúpidos, ah los estúpidos, estos son los que te sirven el café o te atienden cuando vas a comprar un crecepelo, estos no los elegimos pero los encontramos por el camino y con su acartronamiento te hacen la vida imposible. Así el panorama, entre los corruptos que hemos elegido y los estúpidos que nos ponen el café, nos auguran unos setecientos años de miseria humana, como una nueva Edad Media después de la caída del Imperio, y si esto ha de llevar a un nuevo renacimiento, ya lanzo las campanas al vuelo aunque yo lo vea.
ResponderEliminarMientras vamos a echarle un poco de buen humor y de buena cocina y reírnos, primero de nosotros mismos y después pensar que vivimos en el mejor de los mundos posibles y así es, porque de ahora en adelante todo va a ir a peor.
Salud
Francesc Cornadó
¡Ay, Francesc, qué razón tienes! Hay que hacer un esfuerzo, ser conscientes de lo que nos rodea y aún así, tener la esperanza de que un día se instale la virtud como moneda de cambio. El trato amable,la confianza en el ser humano, la belleza en nuestras creaciones y la bondad en nuestras acciones. Si llegase ese día, el mundo sería un parque por el que pasearíamos bajo las sombras de frondosos árboles, hablando de esto y de lo otro, sin recelar ni echar sapos por la boca.
EliminarNecesitamos soñar y reir para construir. Lo sabrás tú mejor que yo.
Abrazos.
He leído el libro de Carlo Cipolla y es toda una delicia. Cipolla es un estupendo historiador económico y había consultado ya antes algunos de sus manuales de economía histórica.Y está muy acertado en su juicio de como se desmorona la civilización occidental por decisiones estupidas, por la arrogancia humana, por acciones mal pensadas. En fin, me ha gustado mucho tu post de hoy, Amaltea. Abrazos.
ResponderEliminarGracias Paco. Creo que el libro de Cipolla debería ser de lectura obligada para todos, y en especial para quienes se lanzan a la arena política. Primero porque, entre risas, despliega los acontecimientos históricos, no como un azar bajado del cielo, sino como la consecuencia de la tontura de los gobernantes de turno. Y segundo,alecciona muy bien y con mucha gracia de las nefastas bases sobre las que se levanta un sistema basado en el beneficio personal, antes que en la cooperación y el bien general.
Eliminarotro abrazo.
Madame se me ha adelantado, pues he pensado lo mismo que ella al leer la definición de estúpido. Estamos rodeados de listos, que además saben muy bien como mantenerse en su posición, en una especie de fijos discontinuos, sin que nada podamos hacer para evitarlo..., de momento.
ResponderEliminarUn saludo.
No crea que son tan listos, le acepto listillos. Buscar la ganancia inmediata, sin prever la jugada a larga distancia ni tener en consideración el perjuicio a terceros, es propio de miopes mentales y morales. No perdamos la esperanza, ya se sabe que no hay mal que dure cien años.
ResponderEliminarSaludos.
Buenas tardes.
ResponderEliminarSolo un breve apunte.
La inteligencia no puede abarcar todas las facetas de nuestro existir.
Podemos ser listos en unos aspectos y torpes en otros.
La cuestión es que grado alcanzamos en cada uno y como están complementados.
Así un grado alto y amplio de intelecto (un valor del famoso coefiente)no nos libraría de otro grado de estupidez, este medido por las cinco leyes que determinan el grado del mismo.
Y es aquí donde puede aparecer una contradicción: se puede ser sumamente inteligente y estúpido al mismo tiempo.
He aquí como medir la calidad del individuo y, porqué no, tambien de los difirentes estratos sociales o de una sociedad en su conjunto.
Necesitaríamos otra campana mas para medir el "coeficiente de estupidez".
Estando en la era de la tecnología y demás nunca en la historía de la humandidad ha habido tanto intelectual ni se ha manejado tanto conocimiento al mismo tiempo. ¿No estaría de mas reflexionar si quizas la estupidez y con ello la cantidad de estúpidos ha aumentado en una cantidad significativa para compensar?
Un afectuoso abrazo.
Pako´ssss
Pako´ss, no sé si seremos capaces de inventar una manera de medir la estupidez, aunque lo importante sería llegar a convencernos de que es mejor para todos eliminar esa manía de actuar, muchas veces con el objetivo de fastidiar, en una especie de venjanza social "blanda" que, al final, a quien perjudica es a nosotros mismos.
ResponderEliminarAbrazos.
Bona nit. Que lindo conocerte y que ganas de regresar a Barcelona...
ResponderEliminarHola,Ignacio. La esperanza en el regreso a casa es una energía creadora, fíjate la de literatura que se ha escrito con la mirada puesta en el retorno a ese lugar mítico, ya sea del corazón o de la geografía.
ResponderEliminarSaludos.
Mi querida Amaltea, cuánta razón tiene Cipolla, la estupidez se encuentra muy extendida y no atiende ni a estamentos, ni a culturas ni a inteligencias...la estupidez es humana, y como otras miserias que nos acompañan, la envidia, la codicia, la soberbia,etc. todas son producto de la ignorancia, que nada tiene nada que ver con la cantidad inteligencia, sino con la conciencia, con la sabiduría, que nace de la reflexión.
ResponderEliminarAsí que no perdamos la esperanza de que el ser humano pueda mejorar, es difícil, ya lo se, se diría que imposible, si, pero en la medida que podamos pongamos sensatez en nuestras vidas y actitudes. Y respondamos a los actos estúpidos no de la misma manera sino con la sabiduría que hayamos podido ir adquiriendo, en mi caso aún muy escasa. Devolver bien por mal es un ejercicio creativo maravilloso porque es un acto de la voluntad, que expande el corazón y da serenidad y quizás, sólo quizás aporte algo de luz a la oscuridad de la estupidez.
Muchos besos querida amiga y gracias por la sabiduría y belleza que siempre nos regalas.
Sí, Tati, hay que hacer un esfuerzo de la voluntad para no dejarnos arrastrar por esa corriente que domina, y de la que tampoco estamos a salvo. Combatir la estupidez oponiendo una conducta de bien y la creatividad frente a la inercia de las costumbres de siempre.Que no se diga que no lo intentamos.
ResponderEliminarQuerida Tati, he intentado dejarte un comentario en tu precioso blog pero no hay modo,en fin volveré a intentarlo.
Un fuerte abrazo.
Gracias Amaltea, no se lo que puede ser, lo revisaré a ver si lo puedo resolver. Gracias preciosa.
EliminarUn beso muy grande