Le désespéré. Gustave Courbet.
El verano que cumplí catorce años suspendí las matemáticas. Pasé las tardes de aquellas vacaciones con las ecuaciones de segundo grado y los problemas de álgebra. En septiembre aprobé la asignatura, pero sin ningún mérito porque fue un regalo de despedida de las monjas; el curso siguiente ya no iría al colegio, podría por fin liberarme del uniforme y vestir los adorados tejanos, con los que pensaba ir a las clases del instituto. Si hay que buscar culpables de nuestros fracasos para liberarnos de culpa o, al menos, compartirla, los suspensos de aquel año tuvieron un ilustre cómplice: Honoré de Balzac. Perdí el gusto por las matemáticas pero gané una impagable lección moral que pervive en mí, grabada a fuego y que me ha servido para iluminar los oscuros callejones de la vida.
Era Navidad y tenía trece años cuando distraje de la biblioteca de mi abuelo Las ilusiones perdidas. En dos días y dos noches, escondiéndome en la galería del lavadero y bajo las sábanas, con una linterna que parpadeaba, leí con pasión y asombro el ascenso social, los amores interesados, la vanidad del poeta y el desagradecimiento con los que Balzac construye una obra colosal, en la que advierte sobre los peligros de la búsqueda obsesiva del éxito literario y social. La degradación tiene un nombre: Lucien Chardon, apellido que el joven poeta de provincias cambia por el de su madre: Rubempré, porque es más favorable a su objetivo que no es otro que convertirse en un gran poeta. Lucien lo tiene todo: belleza, ingenio, encanto, capacidad de seducción; también desprecia la perseverancia y adora la brillante vida social y el lujo de la buena sociedad de París de mediados del siglo XIX. Otros habrán triunfado con esa trama de cualidades y defectos, pero Balzac escribe como vive y traslada a sus obras sus propias experiencias. El escritor sabe del poder del incipiente mundo de la prensa y la información para hundir o entronizar personajes. Lucien de Rubempré tiene buenos sentimientos, quiere ser decente pero para conseguir triunfar necesita engañar, manipular, condenar y traicionar, así que Balzac nos enseña cómo un individuo de buen fondo, Lucien, se convierte en una persona peligrosa a quien no le tiembla el pulso cuando ha de escribir un venenoso artículo contra la obra de un amigo, un libro que sabe extraordinario pero que es preciso denigrar si quiere prosperar en su carrera. La maldad tiene una presencia poderosa y Balzac la muestra en un ámbito, el de la prensa y los cenáculos literarios en los que menudean los ambiciosos capaces de cualquier cosa para satisfacer una vanidad insaciable. La ilusiones perdidas analiza la suave e imperceptible destrucción de las buenas intenciones, el ejemplo es un poeta de provincias incapaz de resistir las privaciones y el trabajo solitario del creador -cuánto sabía Balzac sobre esa clase de vida-. Lucien camina hacia el éxito apoyado en el engaño y la traición más abyectas, pero en ese tránsito, el camino se convierte en un basurero moral, donde es imposible sobrevivir al hedor de los despojos abandonados.
Un trabajillo en Madagascar, según se entra hacia el norte o el sur, ahora no sé muy bien, me impedirá escribir en el blog y contestar comentarios hasta septiembre. Es parte del contrato nada de internet ni teléfono móvil. Y como no están los tiempos para ir despreciando un sueldo, pues he aceptado y allá que me voy a velar por el desove de las tortugas angonoka. Un abrazo muy fuerte y hasta pronto.
Madame, qué imprevisible resulta usted! Ahora se nos va nada menos que a Madagascar. Claro, no podía ser a Roma o a París. Y con lo del desove de las tortugas me ha dejado usted doblemente desconcertada.
ResponderEliminarVeo que a los trece años ya apuntaba usted maneras. El precio de ese suspenso en matemáticas supongo que valió la pena pagarlo.
La de cosas que tendrá que contarnos cuando vuelva!
La voy a echar mucho de menos. Palabra de honor.
Feliz viaje, mi estimada madame Amaltea.
Bisous
Habré de seguir sumido en una de mis muchas ignorancias hasta septiembre.
ResponderEliminarTenga buena travesia que los vientos le sean propicios y los dioses le otorguen sus favores para llegar a buen puerto.
Ah y también la Biodramina, que aun cuando no haga falta nunca está de mas.
Quería hacer el comentario sobre Balzac, mi admirado Balzac; quería comentar la irrepetible impresión que me causó Le désespéré de Gustave Courbet, ahora que tuve la ocasión de contemplarlo al natural; me hubiese gustado dar la opinión sobre los beneficios que puede suponer un suspenso. Todo esto me hubuiese gustado decir en mi comentario, pero lo de la tortugas, lo de Madagascar y tu ausencia hasta septiembre me ha dejado descolocado.
ResponderEliminarQue tengas una feliz estancia en la isla y que todo te vaya muy bien.
Salud
Francesc Cornadó
Hola amiga Amaltea es un placer leer tu post La genialidad de la perseverancia.
ResponderEliminarMil gracias mil por tu huella amiga.
Besos de luz y de color.
Feliz viaje.
Hello.
ResponderEliminarLovely your works...
The interchange of the artistry brings the peace of the heart.
Thank you for your visit.
Have a good weekend.
Greetings, and Dear hug.
from Japan.
ruma
¿tortugas? ¡entendí lirones el otro día!
ResponderEliminarMe temo que soy más prosáica. Junto con el estudio de las ecuaciones de segundo grado (y tambien aprobada por unas magnánimas monjas) nació en mí el gusto por las estampitas de fútbol. Qué le vamos a hacer. Habemus corpus pa tó.
ResponderEliminarBalzac y tu tenéis mucha razón. El precio que hay que pagar para obtener el prestigio y el poder es demasiado alto. Y como no son limpios los procedimientos que se utilizan siempre se acaba uno manchando y mezclando con lo mas mezquino. Para el poco tiempo que estamos en éste mundo, y además sin poder llevarnos nada, no merece la pena obsesionarse por esas cosas.
ResponderEliminarMadagascar, tortugas...eres toda una aventurera!!. Que disfrutes muchísimo querida amiga. Un beso muy fuerte
He vuelto sin haber ido muy lejos. Gracias por todos vuestros buenos deseos, os puedo decir que he disfrutado y que estoy contenta de reemprender el blog y regresar a la lectura de los vuestros.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte para todos.
Ese libro tiene buena pinta.
ResponderEliminar