sábado, 12 de marzo de 2011



Tenía prevista que la  entrada de hoy  fuera un relato simpático sobre un psicópata que se cruzó en mi vida una tarde de primavera. Era un psicópata conocido, por lo tanto iba sobre aviso  cuando ocupó  el asiento  de mi coche y me ordenó que le condujera hasta el  pueblo X.  Contaré la historia otro día, porque el suceso  se  ha convertido  en una de mis anécdotas preferidas. Todo acabó bien, durante la media hora que duró el viaje  tuve la oportunidad de observar de reojo al pobre desgraciado -con un crimen en su historial- supe que quería ser bueno  y amaba los pajaritos (vivos).  Un cuento verídico al estilo de Eudora Welty, la escritora estadounidense a quien dedicaré  otra entrada.    

Las consecuencias del terremoto en Japón, en particular y la reflexión sobre  los desastres  que afectan la vida humana en general, son motivos suficientes para que aplace el relato autobiográfico a cambio de compartir mi  visión sobre cómo los seres humanos nos sobreponemos a circunstancias destructivas, catastróficas para nuestra vida. Pocos son los que sin haber experimentado un suceso extraordinario de tal calibre, puedan imaginar hasta que punto es maleable nuestra identidad. El dicho gitano: qué malos son los buenos comienzos, encierra una enorme verdad porque quienes no han tenido que batir el cobre para salir adelante,  echarán en falta la lección en la que la vida explica la materia  con la que estamos hechos los seres humanos. Y con eso no estoy diciendo que debamos educar a los niños como  si fueran personajes dickensianos o  que nos vayamos a la falda de un volcán  a esperar que nos alcance la lava ardiente.  No es necesaria la temeridad, el momento trágico  aparecerá en nuestra existencia, lo queramos o no.  ¿Y cómo reaccionaremos?  ¿Seremos capaces  de aplicar la alegre doctrina con la que juzgamos a los demás cuando  nos toque a nosotros? Cuando  escucho a alguien que critica con dureza a un pobre miserable, imagino qué hubiera hecho esa persona en las mismas circunstancias y  el saldo sale negativo. El yo haría, yo en su lugar habría hecho esto y lo de más allá, me produce urticaria porque revela una gran ignorancia sobre  lo muy vulnerables que somos y lo fácil que es destruirnos a nosotros mismo. Bueno,  esto tiene poco que ver con el terremoto de Japón y otras catástrofes. De nosotros, la Naturaleza y los fenómenos sobre los que no tenemos control  y que afectan la supervivencia humana, creo que no escribiré otro día. Dejo un enlace de Youtube de la canción que he estado escuchando mientras escribía esta entrada, como despedida del blog hasta la última semana de marzo. Hasta pronto.


 

Óleo de Lavinia Fontana, 1552-1614  pintora italiana del primer Barroco. El retrato es de la niña Antonietta Gonsaluss que padecía hipertricosis, una niña loba, que la pintora supo  retratar con cariño y en el que se aprecia la mirada inteligente de la criatura.      

8 comentarios:

  1. Uy, madame, no sé qué dirá hoy la señora de Alemania, ya desde que vea la imagen con la que abre la entrada de hoy.
    Pero claro, si usted hasta se encuentra con asesinos psicópatas y todo, sobre qué iba a escribir? Me ha dejado usted sumamente intrigada.

    Pero qué razón tiene, madame: el momento trágico aparecerá, y más nos vale estar preparados para afrontarlo, para poder asumirlo.

    Que disfrute de estos días de descanso. La esperamos.

    Feliz fin de semana

    Bisous

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  2. A toro pasado de nada vale el yo hubiese o des-hubiese.

    Pako.

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  3. I deeply thank for your warm heart and thoughts...

    From Japan, ruma

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  4. qué mona la niña de la pintura. No sé entonces, pero hoy sería sumamente desgraciada en su vida social a menos que le aplicasen el laser.

    Besos y hasta pronto! pásalo bien, Amaltea

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  5. 7’6 A L'ESCALA DE RICHTER

    La naturalesa no és sàvia,
    ni és res,
    i quan peta, peta i ho destrueix tot;
    és orca com un déu antic
    i tu i jo som un bri
    a mercè de l’engany que navega pel riu subtil
    i que no tenim més que la música
    i pocs altres bens,
    pocs,
    només aquells que la tramuntana no se’n du.

    Salud
    Francesc Cornadó

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  6. esta mañana he visto unas imágenes terroríficas de la catástrofe de Japón, me ha angustiado sobremanera ver un grupito de gente que a mi entender no corrían lo suficiente dada que una ola gigante estaba arrastrando a dos calles de ellos todo lo que encontraba a su paso... no tengo ni idea de si se salvaron (sinceramente lo dudo), también dudo que tuvieran claro la real envergadura del Tsunami que les venía encima...

    catástrofes de esta índole relativizan y minimizan de un plumazo todo lo demás, de repente ni los agobios del trabajo son tan insoportables, ni la jaqueca tan dolorosa, ni los enfados tan tremendos...

    estoy muy impresionada, de verdad...

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  7. Dame Masquée, la señora alemana desconoce que en la imperfección reside la belleza.

    Pako, pues que si, que a toro pasado todos somos adivinos.

    Ruma, a hug and I send all my affecttion.

    Marieta, el láser quizás la habría salvado del sufrimiento de ser distinta.

    Francesc Cornadó, d'acord amb tú, la naturalesa no ès sàvia.

    Maria Oliver, sí, es impresionante qué alfeñiques somos frente a las ctástrofes naturales.

    Gracias.

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  8. Dicen las estadísticas (que son unas charlatanas insufribles) que los niños que crecen con una grave minusvalía suelen ser más espabilados que, al menos, muchos niños sanos.

    Perdón... ya estoy arrimando otra vez el ascua a mi sardina ;-)

    (Venga, porfi, cuénteme lo de su bisabuela, y elevaré una oración a la luna de Júpiter para que bendiga su camino :-))

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