El escritor Eric Ambler cuenta en sus memorias su aversión por las "giras" y, en particular, por los debates con el público durante la presentación de sus novelas. Constató que la mayoría de provocadores eran sanitarios: médicos, dentistas, quiroprácticos, aunque también abundaban los profesores de universidad. Los lectores comunes, el tipo de gente que busca entretenerse con una buena novela de intriga, pues tal era el género que le hizo famoso, se conformaban con una dedicatoria y un breve intercambio de palabras, en su mayoría de agradecimiento por los buenos ratos pasado con la lectura de La máscara de Dimitros o cualquier otra novela. A quien temía de verdad Eric Ambler era a esos otros individuos, dentistas, podólogos o profesoras de talleres creativos, que esperaban el momento propicio para elevar la voz y preguntar sobre cuestiones literarias que le dejaban balbuceante y sin respuesta, bien porque no les entendía o porque ignoraba qué contestar.
Hará una decena de años, asistí a un evento cultural en una prestigiosa institución de Barcelona, el escritor, en esa ocasión un talludo poeta, un hombre sencillo y amable, tuvo que enfrentarse a los enemigos de la lírica y de la buena educación, con sus modestas armas: la inocencia y la autenticidad de su poesía. Muchas de las preguntas que le lanzaron -pues dardos envenenados eran- las contestó con un no sé qué decirle, yo sólo escribo en mi ratos libres, no sé qué significa y etcétera. Aquel libro fue el único que le han publicado. Volviendo a Eric Ambler, un tímido y nada pretencioso escritor, quien afirmó que escribir era una manera de ganarse la vida con ingenio e imaginación, y no menor ni menos respetable que quien vive de su habilidad manual; él mismo, antes de ser escritor trabajó en muchos y variopintos oficios. ¡Ah! me olvidaba de contar qué fue del poeta de un sólo libro, lo último que sé de él es que ha elegido este epitafio para su tumba: si fuera capaz de decirte lo que significa no sería capaz de bailarlo. El poeta sigue vivo, la frase es de Isadora Duncan, pero él no lo sabe.
Pintura de Fred Tomasselli. Field Guides. Museo de arte moderno de San Francisco (SFMoMA)