En la playa de la isla se acumulaba la basura dejada por la marea baja, entre los restos de plásticos, ruedas de coches y una trona en la que se adivinaba el resto de pintura azul, había una botella de gaseosa con el tapón oxidado y dentro de ella un trozo de papel.
El mensaje de la botella fue echado al mar
en el pueblo de Pobra do Caramiñal, Galicia, el 5 de agosto de
1964, lo firmaba Francisca Pousa. Decía así:
A quien pueda interesar: tengo dieciséis
años, soy bien parecida y busco un novio extranjero para casarme y tener
hijos, me gustaría que fuera americano. El que quiera ser mi novio que me
escriba a la siguiente dirección: calle Lombiña, 16, bajos. Prometo
contestar.
En el papel cuadriculado, una hoja
arrancada de un cuaderno escolar y debajo de la firma, la autora del mensaje
había pegado una foto recortada. Su propia foto, en la que se apreciaba la timidez
adolescente en la sonrisa apenas dibujada en el rostro enmarcado por una melena
oscura, repeinada con artificio para disimular las orondas mejillas.
El 7 de octubre de 2009, en la playa de
Osprey de la Isla Gran Turca, William J. Pertierra, de sesenta y tres
años, paseaba a Max, su perro mil leches recogido diez años antes frente a la
Iglesia de Santa Maria, en Cockburn Town, donde lo había visto rondando
durante días en busca de amo. Le impuso al perro el nombre de Max por el
personaje de Luces de Bohemia, obra escrita por su paisano Valle Inclán.
El tapón de la botella estaba tan soldado
al vidrio que no hubo más remedio que romper la botella con una piedra; la hoja
de papel doblada en cuatro pliegues, amarilla y quemada en los bordes, conservaba
la caligrafia redondilla y la foto intacta de Francisca. Durante unos momentos, William J. miró
al horizonte despejado en el que se veían los primeros barcos del día
llenos de turistas, luego miró de nuevo la foto y la firma, se mojó
los labios y besó, un poco mareado por la emoción, el trozo de papel.
-Max, ven aquí. Hay Dios o Diablo ahí
arriba que se burla de nosotros.
El perro lamió la mano temblorosa del amo
que se derrumbó sobre la arena, incrédulo y maravillado de tener entre sus
manos el mensaje de su antigua vecina y primer amor de juventud.
es de esas historias que a ti te encantan y a mi me dan rabia. ¿Y por qué no se declaró el jodío en su momento!?
ResponderEliminarOdio a los pusilánimes
Anónimo Anónimo dijo...
ResponderEliminarAcabo de aterrizar en esta playa por casualidad y me ha impresionado esta historia ¿es real?
Yo soy de un pueblo cercano a Gijón, familia marinera y recuerdo que un tio mio contaba que faenando por el índico habian encontrado una botella con un mensaje en español que decía algo así como condenados los que no saben leer los labios del sabio. o algo parecido, el papel y la botella lo guardó el capitamn del barco.Eso pasó en los años sesenta.
Manu
16/2/10 2:21 PM
AMALTEA dijo...
ResponderEliminarManu, perdona que tu mensaje lo haya borrado por error, aunque ya está restaurado por eso hay dos fechas.
La historia podría ser real, en la gran Isla Gran Turca e Islas Caicos existe un museo dedicado a los mensajes encontrados dentro de botellas. Te aseguro que algunos de los mensajes exhibidos en el museo rompen todas las reglas de la probabilidad.
Me parece mucho más literario el mensaje que encontró tu tío que el de mi relato, es más, creo que en esa frase hay gato encerrado, con tu permiso, la próximna entrada la voy a dedicar a especular sobre él. Gracias.
Marieta, la humanidad desaprovecha continuamente oportunidades para mejorar, y si nos fijamos en lo particular, qué voy a contarte, pues ahí las tienes, personas infelices porque no se atrevieron en su momento a elegir la oportunidad que tenían ante sus narices.
17/2/10 6:23 PM
Que historia más interesante; ¡sus relatos cortos son una maravilla!.
ResponderEliminar¿Que debe pasar por la cabeza de una persona que vive una situaión semejante?, ¿que debe sentir su cuerpo?; ¡Seguro que cómo el pobre William debe sentir que hay una conexión cósmica que jugetea con los desválidos humanos!
Su atento admirador.
Cándido,casi todos nos hemos sentido asombrados frente a situaciones que se resisten a ser interpretadas desde un punto de vista racional. Y si el suceso nos favorece, nos sentimos tocados por la gracia y queremos repetir. Es la sal de la vida, lástima que a veces las conexiones cósmicas, como usted las llama, produzcan un cortocircuito sin arreglo posible.
ResponderEliminarME GUSTA ESTE BLOG.BELLO, CULTO Y LIMPIO.¡ENHORABUENA!
ResponderEliminarManuel Maria Torres Rojas, gracias por tus buenas palabras.
ResponderEliminarSIGO SIN DAR CON LA TECLA PARA SEGUIR TU BLOG, TAN ATRACTIVO Y BIEN ESCRITO.¡ES CASI TAN ARDUO COMO ENCONTRAR EL PUNTO G!
ResponderEliminarManuel, he estado revisando la configuración y no veo cómo arregar que aparezcan los seguidores del blog.Espero arreglarlo pronto.
ResponderEliminarAmaltea, no seas tan humilde. Todos sabemos que seguirte es ardua tarea.
ResponderEliminarAmigo Manuel, a Amaltea no hay quien la pille.
Encantada con el espacio, y con los silencios de esa historia de amor. Yo no domino su idioma. Desculpa por algun error.
ResponderEliminarHelena, gracias por tu visita y por el esfuerzo del comentario en castellano. Un día de estos te pido permiso para colgar una de tus pinturas en el blog. Un saludo, amiga.
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