En la corta historia del Alpinismo, apenas dos siglos, el relato de los primeros hombres y mujeres que se aventuraron a trepar hasta las cimas de las montañas, provoca admiración y espanto; lo segundo por la temeraria valentía con la que se atrevieron a subir los picos de los Alpes y Pirineos y lo primero por la vestimenta de bombachos y americanas, las botas claveteadas y las gorrillas que poco protegerían a quienes alcanzaron el Mattherhorn, el Aneto o el Montblanc; y sin embargo lo hicieron, y algunos incluso sobrevivieron y repitieron muchas veces durante toda su longeva vida, como es el caso de algunos guías legendarios.
Me encanta la literatura de montaña de principios y mediados del siglo XX, hay mucho romanticismo y también un halo de candidez en los perfiles de los protagonistas, por ejemplo en las novelas de R. Frisson-Roche: Regreso a la Montaña o el Primero de la cuerda. La descripción de las ascensiones tiene, en muchas ocasiones, un carácter épico individual, en el que importa más que el desafío y la consecución del objetivo la emoción que proporciona la naturaleza. El autor ponía en boca de Armand de la Bolla Nere, personaje de la novela Regreso a la montaña, estas palabras: " sentíase alegre sencillamente por existir y por amar lo que amaba: la pureza de la mañana, el paisaje invariable..."
Foto del libro Les Aiguilles de Chamonix de Henri Isselin. Ed. Arthaud, 1961
Sí, sí y sí! Y para mi el paradigma de montañero romántico es Lionel Terray, ya lo sabes.
ResponderEliminarAh...qué aventuras vivieron aquella gente. Y actualmente a duras penas saben los montañeros de hoy la história de los lugares a donde suben. Ya no se exalta el gozo de la observación del paisaje. Una pena...
En fin, que me quiero ir a Zermatt ya -eso sí, con un buen Gore Tex-, ¿quién se apunta?
El espíritu de aventura, no tanto lo que se va a conseguir sino el esfuerzo y el placer de contemplar la belleza de la naturaleza. Eran personas muy, muy interesantes.
ResponderEliminarMe ha encantado tu entrada y el recuerdo tan hermoso a estos montañeros.
Un abrazo
Tati
¡Magnifica entrada!. Me retrotrae a mi época inicial del alpinismo, allá, por los, ya lejanos, inicios de los años setenta, cuándo la imaginación de lo que te espera en el futuro en la montaña, no se parece en nada a lo que vendrá después, pues te haces una ídilica imagen mental, que la realidad irá cincelando con otras formas, pero siempre me quedará el recuerdo de ese mundo mágico en el que me proponía entrar.
ResponderEliminarCreo que la segunda de tus imagenes quiere representar, en el macizo del Mont Blanc, y en la cadena de "Les Aiguilles de Chamonix", la pareja formada por "Les Grands Charmoz" y "Le Grepon", dos de las grandes ascensiones míticas para los alpinistas de élite, en la transición de los siglos XIX y XX.
Muchas gracias por esta evocación; me ha llegado al alma.
Con cariño.
Marieta, a Lionel le hemos rendido homenaje en su discreta tumba del cementerio de Chamonix. Guardamos su foto, en plena juventud, que nos recuerda su coraje y elegancia en el vivir. Creo que la propuesta de Zermatt ha sido muy bien recibida, puedes apuntar a dos.
ResponderEliminarTati, desde luego eran vidas hermosas que no huían de las penalidades, las asumían porque formaba parte de las grandes emociones de la montaña.
Un abrazo enorme.
Francesc, sí, es como tú dices, el grabado es de Gustave Dorée y las montañas son esas. Quizás te ha gustado porque también tú formas parte de los hoy, escasos alpinistas que disfrutan de la ascensión sin llevar un estadillo de cimas conquistadas, en plan productividad industrial.