No había día que Saxi -abreviatura de Saxífraga- se fuera a
la cama sin antes beber una Coca Cola de medio litro. Para Saxi,
la Coca Cola era su valeriana, su vaso de leche caliente y su tila. Ese líquido
dulzón y pejagoso al tacto era su único vicio. Una
adicción que contravenía el sentido común y las prescripciones médicas. Ni la
cafeína de la bebida ni su efecto efervescente le causaba a Saxi ningún trastorno de salud o de sueño,
al contrario, si por una de esas circunstancias raras en su vida, se quedaba
sin Coca Cola, no había ninguna posibilidad de que pegara ojo en toda la noche.
-Saxi,
hija mía estás como una puta cabra, me perjudicas, me das mala fama. ¿Con qué
cara puedo recomendar a mis pacientes que se tomen una infusión de melisa y azahar para conciliar el sueño? Si
es que estás poseída por Satanás, príncipe de las tinieblas. Si al menos
quisieras tomar la Coca Cola de los huevos sin cafeína o light,
pero nada, tú, con tal de joder a
tu madre, haces el pino en un cable de la luz.
Saxi no contestó, continuó envolviendo lentamente un paquete de pastillas de magnesio para la clienta que le acababa de hacer el encargo por teléfono. Ante el silencio de su hija y la parsimonia de sus gestos, Lupe se retorció las manos y atusó la cabellera rubia que le llegaba casi hasta la cintura regordeta y recta, con un nerviosismo que anticipaba uno de sus ataques de ansiedad.
-¡Sí, sigue, callada y burlándote de mí! Cría cuervos, así me lo pagas, con el sacrificio que te he dedicado, el mejor colegio de Barcelona, la mejor ropa y mírate, estás hecha un adefesio, fea y sebosa.
La puerta tintineó para dejar paso a dos
mujeres jóvenes.
-Buenos días, ¿en qué podemos servirlas?
-Buenos días, ¿en qué podemos servirlas?
-Mi amiga y yo queremos que nos de algo
para animarnos un poco, pero que sea natural ¿eh? nada de química.
-Todo es química- dijo Saxi con un tono de voz seco.
-¡Química,
química! ¡Bah, paparruchas! No hagan caso, mi hija anda muy preocupada por el
medio ambiente y -Lupe se llevó el dedo índice a la sien,
moviéndolo en círculos, gesto universal de chifladura.
-Les voy a dar un producto natural cien
por cien que me lo traen de la Amazonia, de los indios Yanomami.
Se oyó una carcajada que retumbó en la
estrecha tienda de productos de herboristería.
-Yanomami, ya te gustaría a ti que fuera de esos indios, eso está hecho en Granollers. No engañes, madre.
-Yanomami, ya te gustaría a ti que fuera de esos indios, eso está hecho en Granollers. No engañes, madre.
-Saxi, haz el favor. Disculpen,
mi hija está muy delicada de los nervios.. Esto es Maca y Guaraná,
infalible. ¿Para qué lo quieren? ¿Para los estudios, quizás?
Contestó la mujer más alta de las dos. No
apartaba la vista de Saxi,
la miraba con fascinación de antropóloga ante una desconocida especie humana.
-Es para aguantar por la noche, es que
somos azafatas.
-Azafatas, claro. De congresos y ferias.
¿A que sí? De esas que acompañan a los señores a hoteles de lujo…mmm.
-Qué cruz tengo. Perdonen, mi hija no sabe lo que dice, está
enferma. Como les decía. Esto es ideal para aguantar todo el día sin sentir el cansancio. Treinta euros bien
gastados.
La mujer alta, con los brazos cruzados
sonreía con retintín mientras la otra pagaba.
-Yo a ti te conozco.
-¿Sí? Pues no sé de qué.
-Tú eres Vanessa, la que trabajó hace dos años en el
tugurio de Richi, una tarde por semana, conocida como la marquesa, por los pocos clientes que te hacías.
-¿Cómo? Se confunde, mi hija ha ido a las
Teresianas, jamás ha pisado un antro.
-Si usted lo dice. Adiós marquesa, que ya
sabes, en Richi siempre andan buscando las de talla ciento veinte.
Cuando las mujeres se marcharon Lupe le preguntó a su hija con la voz
temblorosa.
-¿Has practicado el pu... la prostitución? Saxi , ¡por Dios, no me mientas!
-Pues sí, era entretenido y se conocía gente.
-¿Has practicado el pu... la prostitución? Saxi , ¡por Dios, no me mientas!
-Pues sí, era entretenido y se conocía gente.
-Lupe se dejó caer en la silla, detrás del
mostrador. No podía imaginar que esa criatura a la que parió cuarenta años
antes, poniéndole el nombre de saxifraga longifolia,
planta perenne preferida de su marido, el ya difunto insigne botánico, ateo y
masón Salustiano Pí, hubiera sido una meretriz por horas y por vicio.
Con lo que le costó inscribirla en el registro civil, que el encargado se negó
al principio, hasta que le convencieron de que Saxífraga era tan correcto, a
efectos registrales, como Violeta o Rosa.
-¡Qué degradación moral! si tu padre te
viera.
-Pues estaría muy contento porque él
creía en el amor libre y en el nudismo integral.
-Sí, pero el amor libre y gratuito,
no de pago, desgraciada.
-En eso tienes razón, pero gracias a ese
dinero pagué el crucero que hicimos por el Rhin -Con esas palabras y por ese
día, madre e hija hicieron las paces.
Ilustraciones: cactus: Iconographie descritive des cactées. Antonine Lamaire, 1800-1871.
Flor de cerezo: Gifu prefectural library. Japón, acuarela inspirada en la colección del botánico Miyoshi.
¡Joder, que familia!.
ResponderEliminarVoy poco a las farmacias, pero procuraré aún más guardarme de ellas.
Espero impaciente el siguiente capitulo de "santos y malajes".
Atentamente,
Anónimo.
cullons!
ResponderEliminarpues la farmacia de enfrente de donde trabajo la regentan dos hermanas gemelas: bajitas, con gafas y de largo -larguísimo- pelo canoso. El primer día, una fue a la trastienda y la otra entró por la puerta principal unos segundos más tarde: flipamos, parecía la misma mujer. Pero no.
Anónimo, ten paciencia que pronto habrá otra entrega.
ResponderEliminarMarieta, te he dicho mil veces que no frecuentes sitios raros.