El volumen de su cuerpo apenas le
permitía moverse en el pasillo largo y estrecho, empequeñecido por las estanterías que
cubrían las paredes, llenas de libros y revistas viejas, amontonadas y en
completo desorden.
En la salita con fachada a la
plaza, Julito se sentó sobre un colchón en el suelo, escasamente
tapado con una colcha de imitación pachtwork que dejaba ver unas
sábanas arrugadas de tergal de color verde.
-Hogar, dulce hogar ¿Qué te parece?-
preguntó Julito enseñándole uno de los billetes de 100 euros a la
mujer que, de pie, calzada con unas zapatillas deportivas sin cordones le
observaba con una sonrisa burlona.
Sin contestar y con un gesto rápido la mujer le quitó los dos billetes. Desde donde estaba recostado Julito, Carme semejaba una matrona, una Venus prehistórica de la fecundidad, con el vientre abultado y los pechos caídos. Gastaba tan malas pulgas que era mejor no imaginar qué clase de criaturas podía emerger de su potencia procreadora.
-¿Qué me va a parecer...? Qué pregunta más tonta..
-Ahora podré quedarme a dormir unas semanas más, vamos, digo yo.
Carme se ajustó el batín con el
cinturón de un abrigo viejo. Sus pantorrillas eran blanquísimas solo
oscurecidas por las venas azules que las surcaban, abultadas y hermosas como
plantas acuáticas que emergían entre los pliegues del batín, Julito las
miraba y se hacía cruces de la complejidad del sistema venoso que la naturaleza había dotado
a esa mujer.
Carme, observó la mirada ensimismada de Julito, la interpretó maliciosa y cargada de lubricidad, lo que provocó que se atusara los ralos pelos de la nuca con el puño cerrado en el que tenía atrapado el dinero. Reblandecida por la vanidad de sentirse deseada dijo con tono chispeante:
Carme, observó la mirada ensimismada de Julito, la interpretó maliciosa y cargada de lubricidad, lo que provocó que se atusara los ralos pelos de la nuca con el puño cerrado en el que tenía atrapado el dinero. Reblandecida por la vanidad de sentirse deseada dijo con tono chispeante:
-No adelantemos acontecimientos, chico, te puedes quedar hoy y mañana, luego ya veremos, he de hacer cuentas porque me pagas de ciento en viento y ya no sé cuántas semanas tienes pendientes.
Julito se echó sobre el colchón, cerró los ojos y respiró
hondo, se sentía tan cansado, gruñó como quien espanta un bicho en el
campo y se hizo el dormido.
Carme se dirigió a su dormitorio para echar otra cabezadita. Al pasar por el lavabo se miró al espejo y frunció los finos labios dándole un beso a su imagen.
-¿Y que voy a hacer yo si este hombre me adora?
Se tumbó en la cama con una gran sonrisa
de satisfacción. En la otra habitación Julito cogió un tebeo de uno
de los montones que había junto al colchón. Leyó:
¿Quién es kid tejano? ¿Un delincuente? ¡ No! ¡¡Un auténtico heroe!!
También Julito se dejó vencer por el sueño con una sonrisa de satisfacción.
¿Quién es kid tejano? ¿Un delincuente? ¡ No! ¡¡Un auténtico heroe!!
También Julito se dejó vencer por el sueño con una sonrisa de satisfacción.
Srta. Amaltea su relato de hoy, retrotrae a la época de Roberto Alcázar y Pedrín, no sólo por el anuncio de "Kid tejano", sino también por la sordidez del relato; ¿será que estamos retrocediendo a los "interesantes" años 30 y 40 (de infausta memoria)?; seguiré atentamente las andanzas de estos heroes populares que VD. tqan bien describe.
ResponderEliminarAmaltea,con mis más humildes respetos, siga Vd. con bien.
Me alegra verle por aquí. Recuerde lo que decía el noble Lampedusa y verá que todo cambia para que siga exactamente todo igual. Qué le voy a contar,si tiene usted toda la experiencia de los años terribles.
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